ICE asegura que el uso de máscaras no es común, pero expertos alertan sobre prácticas encubiertas que aumentan la desconfianza y generan debate en comunidades migrantes.
En los últimos meses, las tácticas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) han generado controversia debido a la aparente falta de transparencia y ética en sus operativos.
Bajo indicaciones firmes, agentes han sido reportados actuando sin uniforme y con el rostro cubierto, una práctica que ha alarmado a defensores de derechos humanos y autoridades locales.
En abril, circulaban en redes sociales videos que mostraban a estos agentes realizando detenciones con chalecos tácticos y rostros enmascarados.
Recientemente, Brad Lander, contralor de Nueva York y candidato a la alcaldía, denunció ante un tribunal un procedimiento “deshumanizador”, donde tres personas fueron expulsadas sin explicación por oficiales sin identificación visible.
Este tipo de acciones ha provocado un fuerte debate sobre la legalidad y moralidad de estas tácticas, ya que muchos consideran que socavan el debido proceso y la justicia, aumentando la tensión y el miedo en comunidades migrantes.
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ICE niega uso generalizado de máscaras, pero expertos alertan sobre tácticas preocupantes
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha negado el uso sistemático de máscaras por parte de sus agentes durante las redadas migratorias.
John Sandweg, exdirector interino de ICE bajo Obama, afirmó no haber visto a agentes con máscaras durante sus operaciones, aunque reconoció que proteger la seguridad del personal es una prioridad.
Sin embargo, Sandweg y otros expertos sospechan que estas tácticas comenzaron a generalizarse en marzo, cuando agentes vestidos de civil y sin identificación visible iniciaron detenciones de estudiantes internacionales en campus y residencias, en una campaña dirigida a activistas y críticos políticos.
Scott Shuchart, alto funcionario de ICE en la administración Biden, calificó estas prácticas como “sin precedentes” y peligrosas, ya que impiden identificar a los oficiales y aumentan la desconfianza pública.
El uso de máscaras responde en parte a la preocupación por represalias y el “doxxing” —la divulgación de información personal en redes sociales—, pero esta estrategia ha generado controversia al operar en espacios sensibles como hogares y tribunales.