La Ley de Enemigos Extranjeros podría ser la clave para ejecutar las deportaciones masivas prometidas por Donald Trump durante su segundo mandato presidencial.
Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, ha anunciado que planea invocar la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 como parte de su estrategia para ejecutar deportaciones masivas. Esta ley, concebida en los primeros años de la república, permite la detención y deportación de ciudadanos de países hostiles en tiempos de guerra. Si bien no ha sido utilizada en décadas, su reactivación podría tener implicaciones significativas para los inmigrantes y sus países de origen, especialmente en América Latina.
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Aprobada durante el mandato de John Adams, la Ley de Enemigos Extranjeros fue diseñada para proteger a Estados Unidos en tiempos de conflicto bélico. La normativa permite al presidente:
- Detener y deportar a ciudadanos extranjeros de países hostiles.
- Invocarla tras declarar una guerra o ante una amenaza de invasión extranjera.
Según CNN, la ley ha sido utilizada tres veces en la historia de Estados Unidos, siempre en el contexto de guerras declaradas, como durante la Primera y Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su invocación en un contexto actual, sin guerra formal, plantea serios desafíos legales.
Las implicaciones legales y sociales
Trump ha declarado que esta ley le otorgaría “autoridad tremenda” para identificar y deportar a miembros de pandillas y cárteles, eludiendo el sistema judicial migratorio tradicional. Sin embargo, expertos como Jean Lantz Reisz, de la Universidad del Sur de California, advirtieron a CNN que esta medida podría vulnerar derechos fundamentales al excluir el debido proceso. Además, Katherine Yon Ebright, del Brennan Center, destacó que la ley fue diseñada para conflictos bélicos, no para combatir el crimen organizado, lo que dificultaría justificar su aplicación en los tribunales.
La invocación de la ley también podría generar un efecto discriminatorio. Históricamente, ha sido usada para apuntar a comunidades específicas, como ocurrió con ciudadanos japoneses, alemanes e italianos durante la Segunda Guerra Mundial. Ebright subrayó que el uso de esta normativa podría interpretarse como un abuso de poder destinado a discriminar por nacionalidad.
América Latina en el centro de la estrategia
Aunque la ley menciona “naciones hostiles”, su impacto podría recaer principalmente en inmigrantes provenientes de América Latina. Países como México, Guatemala y El Salvador podrían enfrentar una presión migratoria adicional, mientras que las deportaciones masivas podrían generar tensiones diplomáticas en la región. Estas políticas también podrían intensificar la crisis migratoria, obligando a miles de personas a buscar nuevas rutas hacia Estados Unidos o incluso exacerbando los problemas sociales y económicos en sus países de origen.
Una herramienta que divide opiniones
La Ley de Enemigos Extranjeros ha sido criticada como anacrónica. Legisladores como Mazie Hirono han intentado derogarla, argumentando que es una herramienta xenófoba. Sin embargo, Trump defiende su vigencia, señalando que le permitiría actuar con rapidez y autoridad. George Fishman, del Centro de Estudios de Inmigración, reconoció en CNN que aunque la ley podría enfrentar barreras legales, algunos casos específicos —como conflictos con países que actúan como “estados mafia”— podrían justificar su aplicación.
Video: YouTube | Univision Noticias
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