La nueva norma neoyorquina incluye excepciones por salud o necesidades especiales y asigna U$D 13.5 millones para que las escuelas gestionen el almacenamiento de celulares inteligentes.
A partir del ciclo escolar 2025-2026, los estudiantes de escuelas públicas y chárter de Nueva York deberán dejar de lado sus teléfonos inteligentes durante toda la jornada académica. La decisión fue anunciada por la gobernadora Kathy Hochul como parte de un esfuerzo por combatir el uso excesivo de pantallas y priorizar la salud mental de los adolescentes. La medida marca un cambio radical en la vida diaria de miles de alumnos del sistema K-12.
Esta política no nace de la nada. Hochul ya había impulsado anteriormente restricciones en redes sociales y esta nueva acción busca reforzar ese camino. El enfoque es claro: devolver la atención al aula y reducir las distracciones que afectan el rendimiento, la interacción y el bienestar emocional de los estudiantes.
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Esto estará prohibido desde 2025 en las escuelas de Nueva York
La nueva norma establece limitaciones concretas y de cumplimiento obligatorio para todo el sistema educativo. Desde el otoño de 2025, quedará vetado el uso de cualquier dispositivo personal con conexión a internet mientras dure la jornada escolar.
- No se permitirá el uso no autorizado de smartphones durante ninguna parte del horario escolar, incluyendo clases, recreos, almuerzos y tiempos de estudio.
- Quedarán excluidos otros dispositivos personales con acceso a internet, como tablets y relojes inteligentes.
- Actividades como chatear entre alumnos, revisar redes sociales, grabar contenido o escuchar música desde el celular estarán prohibidas, salvo autorización específica de la escuela.
- Los teléfonos no podrán usarse como excusa para salir del aula o evitar actividades académicas, un uso común entre adolescentes que esta norma busca frenar.
Las excepciones contempladas en la norma
Pese a su carácter restrictivo, la medida también contempla situaciones especiales donde el uso de dispositivos puede ser indispensable. En esos casos, se permitirán los siguientes usos:
- Estudiantes que requieran celulares básicos sin internet, como los antiguos teléfonos plegables, podrán llevarlos.
- Los dispositivos que entregue la escuela, como laptops o tablets, estarán permitidos si se usan con fines educativos bajo supervisión.
- Los smartphones podrán utilizarse únicamente en casos justificados, como:
- Supervisar condiciones médicas, como la diabetes.
- Dar soporte a un Programa de Educación Individualizada (IEP).
- Atender emergencias o situaciones familiares excepcionales.
- Brindar apoyo para traducción o comunicación accesible, en contextos específicos.
Además, cada escuela tendrá autonomía para implementar su propio sistema de almacenamiento de celulares y el estado aportará U$D 13.5 millones para facilitar la compra de lockers u otras soluciones.
La razón detrás de la política de Kathy Hochul
El anuncio no es improvisado. La decisión llega después de meses de visitas a escuelas, diálogos con comunidades educativas y la elaboración del informe “Más Aprendizaje, Menos Desplazamiento”. Este documento resume los principales hallazgos que sustentan la nueva política:
- La presencia constante de celulares reduce la capacidad de atención, debilita la creatividad y altera el ambiente escolar.
- Los entornos escolares libres de pantallas mejoran la salud emocional tanto de alumnos como de docentes.
- La eficacia de la política depende de que se aplique sin excepciones durante todo el horario escolar.
¿Qué opinan los actores educativos sobre esta prohibición?
La respuesta a la iniciativa ha sido, en su mayoría, positiva. Desde sindicatos de profesores hasta asociaciones de padres y organizaciones de salud mental han respaldado la medida. Coinciden en que no se trata de estar en contra de la tecnología, sino de proteger el desarrollo de los estudiantes.
Melinda Person, presidenta del sindicato New York State United Teachers, fue enfática al declarar que esta norma “no es contra los teléfonos, es a favor de la infancia”. Y voces como la de Anika Bhupati, una estudiante de octavo grado que ya estudia en una escuela con esta política, ofrecen un testimonio revelador: más concentración, menos ansiedad y vínculos más auténticos entre compañeros.
Lo que podría parecer una medida estricta, en realidad busca generar un entorno donde los jóvenes puedan aprender, pensar y socializar sin interrupciones digitales constantes. Una apuesta por reconectar con lo esencial: la educación cara a cara.
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