Los aranceles a China elevan el costo y limitan la oferta de vestidos de novia en EE.UU., afectando a novias y pequeños negocios en plena temporada alta.
La tensión comercial entre Estados Unidos y China comienza a sentirse en un terreno inesperado: el de los vestidos de novia. Según la Asociación Nacional de Minoristas de Vestidos de Novia (NBRA), el 90 % de estas prendas provienen del mercado chino, lo que los convierte en blanco directo de los nuevos aranceles.
Aunque las tarifas se redujeron recientemente al 30 % —tras haber superado el 140 % durante el gobierno de Trump—, los precios ya se están elevando. De acuerdo con The Knot, el costo promedio de un vestido de novia alcanzará los 2.000 dólares en 2025, frente a los 1.600 de 2018.
Tiendas independientes como Nancy’s Bridal Shop, en Nueva York, están adaptando sus políticas para enfrentar los sobrecostes, mientras cadenas como David’s Bridal ya trasladan su producción a países como Vietnam o Sri Lanka para reducir su dependencia de China.
El encarecimiento afecta tanto a novias como a pequeños comercios, en plena temporada alta y con el mercado global en plena reconfiguración.
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Aranceles complican la compra de vestidos de novia en USA
El aumento de aranceles sobre los vestidos de novia importados de China está generando impactos significativos para las novias y el sector nupcial en Estados Unidos. Entre las consecuencias más visibles están el alza en el precio promedio de los vestidos y la reducción de la variedad disponible en tiendas pequeñas, que enfrentan dificultades para mantener su inventario.
Además, la incertidumbre en los tiempos de entrega y la menor flexibilidad para realizar ajustes o pedidos personalizados afectan directamente la experiencia de las futuras esposas.
La opción de producir vestidos en Estados Unidos, aunque parezca una solución ideal, enfrenta importantes obstáculos. Según Sandra González, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Minoristas de Vestidos de Novia, la infraestructura local es limitada y la mayoría de materiales esenciales como telas y encajes también dependen de importaciones.
Esto dificulta relocalizar la producción a corto plazo, dejando a la industria en una situación compleja mientras continúa la guerra comercial.
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