El Poutine, un plato emblemático de Canadá, trasciende las fronteras gastronómicas para convertirse en un ícono de la diversidad culinaria y el espíritu festivo del país.
La gastronomía de Canadá es un reflejo vivo de la diversidad cultural que caracteriza al país. Con un 80% de la población proveniente de diversas partes del mundo, Canadá ofrece una mezcla culinaria única que incluye influencias coreanas, japonesas, sudamericanas y mexicanas, entre otras.
Una muestra de este eclecticismo gastronómico es el Poutine, un plato de orgullo nacional en Quebec que ha conquistado paladares tanto locales como internacionales.
El Poutine, creado en 1957 por Fernand Lachance durante una jornada ajetreada en su restaurante, se ha convertido en un símbolo culinario de Canadá. Esta delicia consiste en papas fritas cubiertas con cheese curds y salsa gravy caliente, una combinación que ha conquistado corazones y estómagos por igual. Su popularidad es tal que se celebra un día en su honor, rindiendo homenaje a su origen y legado gastronómico.
El secreto del encanto del Poutine radica en su sabor auténtico y su alto valor calórico, ideal para aguantar largas jornadas laborales o como el snack perfecto después de una noche de fiesta. Este plato, que era apreciado por los soldados por su capacidad energética, ahora es la delicia favorita de los jóvenes canadienses, quienes lo disfrutan para neutralizar los efectos del alcohol y revitalizar el cuerpo.
Para aquellos que deseen recrear esta experiencia culinaria en casa, la receta del Poutine es simple pero deliciosa. Utilizando queso Manchego, Cheddar o Oaxaca como sustitutos de los cheese curds, los amantes de la gastronomía pueden sorprender a sus invitados con este festín de sabores canadienses. El Poutine es mucho más que un plato; es una experiencia gastronómica que encapsula la esencia de la cocina canadiense y merece ser disfrutada por todos los que visitan el país del maple.
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