La práctica de abstenerse de comer carne durante el Miércoles de Ceniza y los Viernes de Cuaresma se enraíza en una larga tradición católica de penitencia y preparación espiritual. Conoce los detalles de esta práctica en la siguiente nota.
El 14 de febrero de 2024 marcó no solo el Día de San Valentín, sino también el inicio de la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, un período crucial en el calendario litúrgico del catolicismo. Durante los 40 días que preceden a la Pascua, se observa la abstinencia de carne los viernes, así como el propio Miércoles de Ceniza, una práctica arraigada en la tradición católica.
El fundamento de esta práctica se encuentra en el Código de Derecho Canónico, que designa los viernes y la Cuaresma como días y tiempos penitenciales.
La abstinencia de carne, y en su defecto, otros alimentos determinados por la Conferencia Episcopal, se establece como un acto de penitencia y preparación para las festividades litúrgicas, según el cuarto mandamiento del Catecismo de la Iglesia Católica.
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La asociación del viernes con el sacrificio de Jesucristo en la cruz ha llevado a la Iglesia a reconocer cada viernes como un "Viernes Santo", donde los fieles realizan actos de penitencia.
La carne, durante gran parte de la historia de la Iglesia, se consideró un alimento asociado con celebraciones, por lo que su abstinencia simboliza un acto de sacrificio y recogimiento durante la Cuaresma.
Las leyes de abstinencia permiten la ingesta de peces y mariscos, que no entran en la misma clasificación que la carne terrestre, según la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (Usccb, siglas en inglés).
Además, las Conferencias Episcopales tienen la facultad de determinar cómo se observa el ayuno y la abstinencia, así como la posibilidad de sustituirlos por otras formas de penitencia, como obras de caridad y prácticas de piedad.
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