Este mal causa una variedad de problemas en los niños como desatender en clase, no poder estar quietos, tienen dificultad para vestirse y desvestirse, son selectivos con la comida, etc.
Katty es una niña de siete años muy inquieta y activa, pero no se concentra en la clase, se distrae con facilidad, distrae a sus compañeros y muchas veces quiere hacer dos cosas a la vez. Tiene déficit de atención con desorden de integración sensorial.
Su madre pensaba que se trataba de una dificultad psicológica, pero era más bien práctica. Desde hace cuatro meses asiste a terapia donde le ayudan a idear, planificar y ejecutar diversas actividades lúdicas. “El maestro la ha visto motivada. Primero ella tiene que jugar para después hacer las tareas”, acotó su madre.
Pero, ¿de qué se trata el desorden de integración sensorial? Para Rebeca Marro Sedano, terapista ocupacional, es una alteración en el sistema nervioso central del cerebro. La iniciadora de esta teoría es la norteamericana Jean Ayres, y en el Perú se estudia desde 1960.
¿Cómo detectar a un niño con este trastorno? Según Marro, se ve que los chicos presentan ciertas disfunciones como problemas para terminar tareas, están desatentos en clase, al comer se levantan continuamente de la mesa, no pueden estar sentados, dan vueltas por la casa.
Asimismo, explicó que “suelen ser niños torpes, tienen dificultad para vestirse y desvestirse, no toleran las etiquetas de la ropa, son selectivos con la comida, por ejemplo que tengan cierta textura, que sea blanda, y que sean alimentos ácidos o muy picantes”.
Pueden presentar problemas al cortarse las uñas o el cabello, bañarse, porque ellos sienten y tienen exacerbada la parte sensorial y registran la sensación mucho más de lo habitual, al darles una orden y pareciera que no te entendieran y saltan de una actividad a otra.
“Estos niños pueden tener un diagnostico específico (autismo, parálisis cerebral, retardo mental, asperger, etc.) o no presentar ningún problema de salud. Si tienen dos o más de estas disfunciones acudan a un terapista ocupacional especializado en integración sensorial para que les haga un descarte”, dijo.
Las causas del déficit de integración sensorial no son claras, pero hay muchos factores que han sido estudiados como problemas en el parto, predisposición genética, bebes internados en hospitales, falta de nutrición y sustancias químicas en los alimentos y el aire.
Además, advirtió la falta de estimulación sensorial que es el primer lazo o contacto de afecto madre e hijo, chicos que no gatean o que tienen problemas para caminar. “Estos niños tienen que ser evaluados porque podrían ser tratados. Aunque no todos los niños necesitan tratamiento, ya que solos lo pueden superar”, precisó.
“Lo que busca el tratamiento especifico es que de manera lúdica el niño tenga experiencias sensoriales con equipos de suspensión, colchonetas y pelotas para que pueda rendir en el mundo con las necesidades y exigencias que se le pide”, precisó.
Finalmente, Marro explicó que siempre ha existido este trastorno, pero ahora se evidencia más porque las exigencias de medio son más altas. De otro lado, dijo que es muy importante detectarlo a temprana edad para poder tratarlo si es necesario.