Investigación demostró que algunos pacientes en estado vegetativo eran capaces de responder a determinadas órdenes con movimientos intencionales.
Un estudio de la Universidad de Birmingham (Reino Unido) publicado en la revista 'JAMA Neurology' sugiere que algunos pacientes en estado vegetativo, aunque no puedan moverse, "son realmente conscientes de sí mismos y de su entorno, de recordar e imaginar como cualquier otra persona". Sin embargo, no pueden responder porque una importante via de comunicación cerebral está interrumpida.
Los investigadores encontraron un daño estructural en la comunicación entre la corteza motora primara, vital para la planificación y ejecución de movimientos, y el tálamo, considerado la puerta de la consciencia, por él pasan las sensaciones que perciben todos los sentidos, excepto el olfato.
El tálamo es también un recibidor del cerebro y actúa como una estación repetidora de las señales relevantes que recibe. Así pues, si una señal se vuelve repetitiva, se interrumpe su transmisión, por eso, normalmente no notamos el roce de la ropa. No obstante, sí presta atención a las informaciones relevantes y las envía a la corteza cerebral, para que emita una respuesta, que se devuelve de nuevo al tálamo, para que se ejecute.
La razón por la que las personas en estado vegetativo no pueden responder se debe al daño de las vías que conectan físicamente el tálamo y la corteza motora (que impulsa nuestra actividad muscular voluntaria), apunta Davinia Fernández-Espejo, una de las principales autoras de la investigación.
Ya un estudio anterior publicado en enero en la revista 'Neurorehabilitation and Neural Repair' había determinado que las personas en coma sí pueden oir. La investigación se basó en que los pacientes en coma que escucharon historias familiares contadas por sus seres queridos recuperaron la consciencia mucho más rápido que los que no escucharon esos relatos. A esto se suman los testimonios de pacientes que recuerdan hechos ocurridos mientras ellos estaban en coma.
Para llegar a esta conclusión, el equipo liderado por Fernández-Espejo se basó en un paciente que hacía más de 12 años que estaba en coma pero que mostraba repetidos signos de consciencia en varias pruebas. También se siguió a otro paciente que mostraba signos similares pero que era capaz de realizar movimientos intencionados y a 15 voluntarios sanos como control.
Todos los participantes debían responder a órdenes como imaginar que mueven su mano en respuesta a la palabra "mover", todo eso mientras se les realizaba una resonancia magnética funcional (fMRI) y tractografía, una técnica de imagen que permite ver las conexiones nerviosas entre distintas regiones del cerebro. Además, los investigadores evaluaron la integridad de las vías estructurales esenciales para la ejecución de movimientos, como la que conecta el tálamo con la corteza motora.
"Antes de dar el paso crucial de desarrollar terapias para estos pacientes, necesitábamos identificar la razón de la disociación entre la consciencia de ellos mismos, de su entorno y la incapacidad para responder con movimiento intencional", explica Fernández-Espejo.
"El objetivo es utilizar esta información para crear terapias específicas que puedan mejorar la calidad de vida de los pacientes. Por ejemplo, con los avances actuales, si podemos ayudar a un paciente a recuperar incluso un movimiento limitado en un dedo, abre muchas posibilidades para la comunicación y el control de su medio ambiente”, señala la investigadora.
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