Conozca el testimonio de una madre que tiene dos hijos adolescentes con el trastorno de Déficit de Atención (TDA), problema cuya prevalencia es del 3 al 10% de la población infantil.
Belinda Castro, madre de dos adolescentes que fueron diagnosticados con Déficit de Atención (TDA), quiso compartir con los lectores de Vivir Mejor algunas de las experiencias más significativas de cómo ayudar y acompañar a estos chicos que ahora tienen 16 y 11 años.
Ella, que es madre a tiempo completo y que por tanto conoce los detalles de la crianza de sus hijos, nos cuenta que Rafael, su hijo mayor, era un chico muy sensible desde pequeño. Le molestaban los ruidos, la luz y los olores fuertes. Pero Belinda pensaba que era algo normal.
A los 3 años, la directora del nido al que asistía, le hizo notar que su hijo no podía seguir las reglas ni indicaciones grupales y se distraía con gran facilidad. Además, Belinda reconocía que su niño se rebelaba contra las normas y a veces se comportaba de forma violenta.
Un reconocido neurólogo confirmó el diagnóstico y dijo que su autoestima estaba lastimada y le propuso medicarlo, aunque solo tenía tres años. Recibió medicación un tiempo breve y según Belinda, su hijo mejoró mucho. “Hasta su mirada era diferente”, señaló.
Belinda, cuyos hijos ya son adolescentes, señala que este “es un periodo en el que el problema se ha agudizado. No solo es la falta de atención, sino la impulsividad y falta de tolerancia ante la frustración. Hay que saber estar con ellos, trabajar con ellos”, refirió.
La psicóloga educacional Sandra Bisso explicó que hay tres tipos diferentes del trastorno TDA. Los que tienen falta de atención con hiperactividad e impulsividad. Hay otro tipo que es el predominantemente inatento y un tercer tipo que es el combinado.
En cuanto a la causa de este trastorno, Bisso señaló que si bien no hay una sola causa, hay una predisposición genética y hereditaria. La prevalencia del TDA en niños va entre el 3 y 10% de la población y hay más niños que niñas medicados y diagnosticados con este problema.
Indicó que el TDA es un problema de base fisiológica y no solo emocional o de conducta. Por ello, recomendó medicar a los casos más severos, aunque dijo que hay padres más reacios a la medicación por algunos efectos secundarios.
“Si se dan los efectos secundarios, como la falta de apetito y un menor crecimiento, se reduce la dosis de la medicación y el efecto secundario desaparece. “Los efectos secundarios no siempre se dan. Con la mediación hay muchos avances”, precisa Bisso
Según diversos estudios, un 30% de niños y adolescentes que tuvieron déficit de atención y recibieron tratamiento, de adultos no lo tienen debido a los cambios hormonales y regulación neuroquímica. Pero la mayoría va a tener este trastorno en la adultez.
"Es como tener miopía y necesitar lentes. Si son niños que han sido identificados y recibido el tratamiento integral, van a ser personas eficientes y desarrollar estrategias que les permitan funcionar sin ningún problema”, aseveró Bisso.
¿Qué pueden hacer los padres con un niño con TDA?
- Procurar darles estructura desde pequeños, que desarrollen hábitos, responsabilidades, estrategias que amplíen su autocontrol, que no se dejen de llevar por lo que les provoque.
- No etiquetar al niño ni hacer énfasis en lo malo o negativo. Más bien, hacer incapie es sus fortalezas y buscar que logren objetivos.
- Un error común es pensar que todo es culpa del colegio. Recordar que los mejores resultados se dan cuando hay apoyo en casa.
- Evitar caer en la sobreprotección con chicos con este trastorno u otros problemas de aprendizaje, pues no desarrollan la responsabilidad. Se trata de ayudar al niño a que haga las cosas, enseñarle cómo hacerlas, pero buscando que las haga solo.
¿Cómo deben proceder los profesores?
- Deberán tener claridad de lo que se espera en ellos. Darles pocas reglas pero claras, por ejemplo llegar y poner mis tareas en tal lugar, sentarme adelante para no distraerme con los compañeros.
- No siempre llamarles la atención. Cuando hay que corregir una conducta hacerlo de manera delicada.
- Resaltar lo positivo en clase para que los demás alumnos los aprecien y así reforzar su autoestima.
Úrsula Delgado N.
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