Cuando la muerte de un ser querido llega, los deudos se enfrentan al dilema del entierro o la cremación. Conozcamos más sobre estas alternativas.
¿Qué hacer con nuestros muertos? Esa ha sido una de las preguntas que más ha rondado la cabeza del ser humano. Asociado a las culturas, mitos y tradiciones, están los rituales funerarios: hablamos de los entierros y las cremaciones.
Perú registra 180 mil muertes al año, 40 mil de ellas en Lima, y las enfermedades cardiovasculares son las principales causas de mortalidad. ¿Pero cuál es el destino de sus cuerpos? "De esas 40 mil defunciones en Lima, el 50% se va a los cementerios y el otro 50% se va a los camposantos privados. De esas 40 mil defunciones, el 25%, es decir, 10 mil, son cremaciones", explica Constante Castillo, gerente comercial de Campo Fe.
La decisión entre una y otra alternativa para el "descanso eterno" puede verse influenciada por la última voluntad del que dejó este mundo.
Enterrar un cadáver en su forma más económica, es decir, en una sepultura perpetua individual, cuesta desde 6 mil soles en un camposanto privado; mientras que un nicho en pabellón de un cementerio público cuesta unos 3 mil o quizás menos.
El precio puede reducirse a la mitad en un cementerio privado si se decide por una sepultura temporal. "Los restos son transferidos a unas cajitas osareas de restos óseos pequeñas, donde descansarán de manera perpetua", detalla Constante Castillo, de Campo Fe.
Las cremaciones, o incineración de los cadáveres, alivian el problema de falta de espacios en los cementerios. También está la opción de los columbarios o nichos donde se guardan las urnas de las cenizas, los hay en las iglesias y también en los camposantos privados. En este caso, los espacios son perpetuos y los costos fluctúan de 4 mil a 7 mil 800 soles.
La cremación de un cuerpo solo aplica en caso de muerte natural, será necesaria la autorización de un juez si el fallecimiento ocurre por un accidente o asesinato. En estos casos la autopsia, también conocida como examen post mortem o necropsia, es un requisito indispensable.
La muerte no avisa, y ante el impacto emocional y económico que esta implica es importante la prevención y decidir en familia cuál será nuestra última morada.
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