Estas cinco drogas, entre legales e ilegales, son las más adictivas del mundo, de acuerdo con una síntesis de varios estudios científicos. Las drogas afectan directamente el sistema nervioso central.
Desde el inicio de la historia, el ser humano siempre quiso expandir su conciencia ya sea para comunicarse con sus antepasados, con sus dioses o para intentar manipular ‘mágicamente’ las fuerzas de la naturaleza para su propio beneficio.
Con el paso del tiempo, las personas comenzaron a usar estupefacientes no para controlar la naturaleza, sino a sí mismo. No le gustó estar triste y comenzó a estimularse con sustancias para estar alegre; quiso ser valiente; quiso obtener fuerza porque la genética no se lo permitió; también logró impedir la ansiedad que lo embargaba al no poder controlar su propio estrés con el uso de sustancias depresoras. Las drogas hasta "lo ayudaron" a relajarse.
Como se observa, solo con hacer un breve repaso por la historia de las drogas en la humanidad se pueden resumir dos tipos de objetivos generales que tuvieron los estupefacientes en el ser humano: la sobreestimulación y la depresión de sistema nervioso central, el cual se encargó de recibir los estímulos externos y en base a ellos emitir impulsos a los nervios y músculos.
Con el nacimiento del Derecho y el escaso autocontrol del ser humano algunos de estos fármacos se volvieron ilegales. Sin embargo, su comercio y su consumo continuaron. No es coincidencia que muchas de estas sustancias se volvieran altamente adictivas.
De acuerdo con un análisis comparativo entre varios estudios científicos, el neurofisiólogo Eric Bowman publicó un artículo en el portal The Conversation en donde señala que las cinco drogas más adictivas son la heroína, la cocaína, la nicotina, los barbitúricos y el alcohol.
Entre los factores que considera para categorizarlos como los más adictivos del mundo están su nivel de activación de la dopamina (‘hormona del placer’), el nivel de placer que dijeron sentir sus consumidores, el valor de la droga en las calles, entre otros criterios.
¿Qué clases de efectos producen en el ser humano para que estos estupefacientes logren estar en este ranking? El químico farmacéutico Juan Carlos Salgado del Colegio de Químicos Farmacéuticos del Perú nos ayudó con la respuesta.
HEROÍNA
Esta droga que llegó a la popularidad entre los cantantes de jazz norteamericanos a mediados del siglo XX deriva de los compuestos alcaloides opioides y tiene como sus principales atributos ser un liberador de las hormonas de la adrenalina, la dopamina y de la hormona cortisol en la sangre.
Todo este tipo de neurotransmisores liberados en el cerebro sobrestimulan el sistema nervioso central. Sin embargo, esta droga tiene una doble jugada. Un efecto rebote. “La hiperactividad muscular es solo el comienzo, luego el organismo entra en depresión funcional por el exceso de hormonas que se activan”, dice el químico farmacéutico Juan Carlos Salgado.
COCAÍNA
A diferencia de la heroína cuyos efectos son prolongados y permanecen un cierto tiempo, el impacto de la cocaína más se parece a un ‘golpe’ bien definido en el cerebro. Esta es una droga que deriva de los alcaloides benzodiacepinas y es un dopaminérgico por excelencia.
Afina los sentidos en general, pero especialmente el del tacto y el visual. “Como sus efectos son fuertes, pero cortos. Su adicción es mayor. Mientras la dopamina tiene efectos en los músculos, la adrenalina afecta la circulación vascular. Su efecto dura unos 15 minutos”, dice Salgado.
LA NICOTINA
La sustancia principal del cigarrillo no es tan potente en realidad. Esta droga es un derivado de los alcaloides nicotínicos y sus efectos estimulantes desarrollan una mejor capacidad de atención y la memoria. Además, agrega Juan Carlos Salgado, reduce el nivel de irritabilidad de una persona, siempre y cuando la dosis sea no sea tan alta.
“Esta sustancia es de rápido impacto. Solo un 25% de la nicotina fumada llega en 15 segundo hasta el cerebro, por medio del torrente sanguíneo. Su efecto a largo plazo dura entre dos a tres horas”, explica el químico farmacéutico.
Al estilo de la heroína, este compuesto es un dopaminérgico y liberador de la hormona de la adrenalina. Por eso la nicotina genera tanta adicción, como el resto de las drogas. El ser humano busca placer de manera inmediata y en las drogas encuentra la oportunidad.
LOS BARBITÚRICOS
A diferencia de las otras drogas, los barbitúricos tienen como fin adormecer a la persona. Por eso la población anglosajona le apodó con el nombre de ‘downers’. Deriva del ácido barbitúrico y al ser consumidos mediante pastillas seda el sistema nervioso central. Sin embargo, sus efectos resultan impredecibles.
Según el experto en química farmacéutica, los barbitúricos tienen un 'efecto hipnótico’. Por eso que ocasionan una especie de letargia. Relaja completamente al consumidor. “Como la nicotina, los barbitúricos llegan al cerebro rápidamente”, dice Salgado.
EL ALCOHOL
La droga legal por excelencia es el alcohol, consumido mediante bebidas. Según Juan Carlos Salgado, es el más poderoso depresor del sistema nervioso central, aunque generalmente se cree que el alcohol exalta el organismo, no es así. Tiene un efecto de ‘sube y baja’. Ptrimero de euforia y locuacidad y luego de inconciencia.
Entre los síntomas que produce el alcohol son los problemas de coordinación motora, la inconciencia y, si existe un alto consumo, un envenenamiento. “Si una persona tiene cinco gramos de alcohol por litro de sangre, es decir 0.05% de alcohol, puede morir por paro respiratorio”, alerta Salgado.
La droga dejó de ser asociada a círculos marginales hace muchos años. Figuras célebres de la música, literatura y filosofía, algunos con menos o más pudor, reconocieron haber consumido algún tipo de droga en su vida.
Edith Piaf fue adicta a la morfina y los barbitúricos; Ray Charles a la heroína; un premio Nobel - que rechazó - como Jean Paul Sartre declaró haber consumido mescalina, un alucinógeno. Incluso, datos biográficos del poeta César Vallejo revelan que en su juventud consumió éter, el cual está mencionado en sus poemas.
Las drogas son parte de la realidad humana e ignorar su debate es ser indiferentes a los graves efectos que pueden originar al organismo.
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