Las leches de fórmula deben evitarse, salvo la madre por motivos médicos no pueda dar de lactar. En 1981, organizaciones de Naciones Unidas lanzaron un código para prohibir la publicidad de estos productos.
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A veces en la historia humana cuando los avances científicos coinciden con la publicidad, pero no con la ética pueden ocasionarse graves daños a la humanidad. Así se registró hace algunas décadas cuando la industria creciente de la leche de fórmula empezó a vender sus productos en países en estado de pobreza. Sin embargo, la tragedia comenzó cuando las madres, que vivían en hogares sin agua potable, mezclaban el agua sucia con el compuesto para ‘alimentar’ a sus hijos.
Los bebés al consumir este producto contaminado murieron por diarreas. A partir de esta tragedia, en 1981 la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef por su sigla en inglés) lanzaron el Código Internacional de Mercadeo de los Sustitutos de la Leche, con el que instaron a la comunidad internacional que no se deben hacer publicidad sobre este tipo de leches infantiles.
El Código tampoco permitía que esta publicidad aparezca en revistas y periódicos, salvo sean anuncios científicos. Por ello, es que ayer la Revista Médica Británica (BMJ por su sigla en inglés) lanzó un comunicado en donde anunció que a fin de este año dejará de anunciar publicidad relacionada a las leches de fórmula en sus páginas, dijo el Consejero Médico de RPP Noticias, Elmer Huerta, en el programa La Rotativa del Aire.
El anunció ocasionó un gran revuelo en la comunidad médica internacional. El BMJ explicó que se han percatado que los anuncios que publicaban acerca de la leche de fórmula no eran de naturaleza científica, sino publicitaria. Su institución no se va a prestar para esto, aunque vayan a perder 400 mil dólares americanos al año por esta propaganda.
No más publicidad para la leche de continuación también
Estos sustitutos a la leche materna, cuya propagada fue prohibida por la OMS, incluyen las fórmulas de continuación. Es decir, aquellas publicidades donde se ofrecen leches de fórmula, pero para niños más grandes. Aparentemente, estos productos asegurarán sus desarrollo físico y cerebral. Incluso, hasta médicos aparecen en la publicidad para garantizar la calidad del compuesto.
“Son productos innecesarios que también deberían ser prohibidos en su propaganda”, dijo Huerta, refiriéndose al comunicado de BMJ.
Según Huerta, la lactancia materna es obligatoria hasta los 6 meses, recomendable un año y más recomendable, dos años. Si la mujer no puede dar de lactar, puede acudir a la fórmula, pero solo por un corto tiempo. Los gobiernos deberían legislar al respecto, agregó.
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