En personas que han cometido un delito a sabiendas se activan zonas del cerebro distintas a quienes han sido imprudentes, según estudio.
En cuestiones legales, es diferente la sanción si se comete un delito con conocimiento de causa a simplemente actuar por imprudencia. La ciencia en su afán por esclarecer este dilema en el que se enfrascan jueces y fiscales, ha recurrido a técnicas de neuroimagen que revelan actividades cerebrales distintas en los dos escenarios antes mencionados.
Un estudio juntó a 40 voluntarios para un experimento que consistió en mostrarles, de una a cinco maletas con "contenido valioso" (como documentos, procesadores de microchips e incluso drogas). Es decir, llevar contrabando a través de un punto de control y bajo un riesgo de búsqueda y captura.
A los participantes que se les presentaba una maleta, tenían la certeza de que iban a llevar contrabando; en cambio, si se les presentaba más de una maleta, no estaban seguros de que iban a llevar material ilegal aunque sí eran conscientes del riesgo.
Observar el pensamiento
El ensayo, publicado por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, consideró la resonancia magnética nuclear funcional del cerebro para determinar si existían diferencias entre cómo se procesaba el pensamiento de las personas expuestas a las dos situaciones antes descritas.
Resultó que en las personas conscientes del delito, trabajaban zonas cerebrales distintas a quienes solo sospechaban de participar de un potencial acto de contrabando.
"Determinaron con certeza que cuando la persona comete el delito a sabiendas, se le activan ciertos núcleos en la parte delantera frontal del cerebro; mientras que si solo existe un riesgo, se activas zonas occipitales de la parte posterior del cerebro", reseñó Elmer Huerta, asesor médico de RPP Noticias, al comentar la prueba de concepto.
De acuerdo al especialista, así como en la actualidad algunos crímenes se resuelven buscando el ADN del victimario, pueda que en un futuro las autoridades judiciales recurran a la resonancia magnética del cerebro, para observar indicios de infracción de la ley.
Por ahora puede parecer futurista, pero la ciencia siempre nos sorprende. Ya han descifrado, por ejemplo, que el cerebro de un corrupto es capaz de aceptar y adaptarse a la deshonestidad cuando se repiten los mismos estímulos.
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