El escritor peruano, representante de la corriente literaria indigenista, falleció el 2 de diciembre tras intentar quitarse la vida con una bala en la sien.
“Recibirán mi cuerpo como si él hubiera caído en un campo amigo, que le pertenece, y sabrán soportar sin agudezas de sentimiento y con indulgencia este hecho”. José María Arguedas. Carta antes del suicido (1969).
José María Arguedas nació el 18 de enero de 1911, en la cuna de la cultura Chanka, Andahuaylas. Su infancia no fue muy grata, pues a los dos años de edad falleció su madre, y pronto se fue a vivir con su abuela paterna. En 1915, su padre se muda a Lucana, Ayacucho, donde se casa con una rica hacendada. La casa estaba llena de sirvientes indígenas, que eran maltratados por su madrasta. Según Arguedas, el desprecio por ellos llegaba a igualarse al que sentía por él, y terminó mandándolo a dormir con los sirvientes.
Escapó de su casa, y se fue a recorrer el país con su padre. Pasó por Cusco, Huamanga y Abancay, esta última ciudad, escenario de su magnífica novela “Los ríos profundos”. En 1931, con 20 años, se estableció en Lima, e ingresó a la Facultad de Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
En 1937 fue apresado por participar en protestas estudiantiles y fue trasladado al penal “El Sexto” de Lima, donde permaneció 8 meses en prisión, episodio que tiempo después evocó en la novela del mismo nombre. Sin embargo, su primera obra fue “Yawar fiesta”, publicada diez años después (1941). Ya había logrado su licenciatura y trabajaba en el Ministerio de Educación y en las grandes unidades escolares Alfonso Ugarte, Nuestra Señora de Guadalupe y Mariano Melgar de Lima.
En 1958, “Los ríos profundos” lo consagraría como el precursor de la corriente indigenista, donde también participaba Ciro Alegría. Poco después comenzaría su cátedra en la Universidad Agraria de La Molina, y con eso, la publicación de sus obras “El Sexto” (1961), “Todas las sangres” (1964) y “El sueño del pongo” (1965), entre otras.
El 2 de diciembre de 1969, una bala en la sien le quitó la vida al ilustre andahuaylino. Antes, escribió una carta de despedida, una carta donde explicaba que el sufrimiento le había ganado la partida.
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