Por primera vez en Alemania un partido populista y ultraderechista logra escaños en el Parlamento desde la Segunda Guerra Mundial.
El partido Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo un espectacular crecimiento en las elecciones legislativas del domingo. Su 12.6% en el resultado electoral lo ha convertido en la tercera fuerza política de Alemania. También ha permitido que logre escaños en el Parlamento Federal lo que significa el regreso de un partido populista y nacionalista desde la Segunda Guerra Mundial.
“Es preocupante que por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial entre un partido populista de derecha, mucho más radical al Parlamento y con un votación importante. Muchos de ellos que entran al Parlamento son personas sin experiencia política. Vamos a ver una bancada grande pero también desordenada”, explicó Sebastian Grundberger, representante de la Fundación Konrad-Adenauer-Stiftung en el Perú, en Ampliación de Noticias.
Un poco de historia. La AfD, creada en 2013, comenzó con un programa contrario al euro y crítico con los planes de ayuda a países de la Unión Europea como Grecia. Su electorado atraía entonces a los votantes más conservadores del partido de Angela Merkel (CDU), decepcionados con el rumbo centrista de su política.
Los primeros dirigentes del partido fueron sustituidos en 2015 por otros responsables, entre ellos Frauke Petry, que convirtieron a la AfD en un partido antiinmigración y antiislam. Especialmente después de que Merkel abriera las fronteras a más de un millón de demandantes de asilo en 2015 y 2016.
Radicalización. Durante la campaña de las elecciones legislativas celebradas la víspera, la AfD se fue radicalizando poco a poco bajo el impulso de una corriente extremista. Los seguidores del movimiento tacharon a Merkel de "traidora a la patria".
“Hay miedo de las personas frente la migración y al cambio. El AfD ha cultivado el miedo y ha propuesto muy poco. También ha criticado muchísimo y usado figuras retoricas y culpan a Merkel por ataques terroristas. Tienen un tono agresivo e inaceptable que francamente no hemos conocido en la política alemana”, contó Grundberger.
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