Los 'cachorros de león', como también son llamados, son los que se tienen que inmolar para matar a los supuestos infieles y son testigos de decapitaciones.
El Estado Islámico, en su afán de mostrar que tiene una generación más radicalizada que continuará con su legado de terror, recluta a cientos de menores para convertirlos en ‘niños soldado’ o 'cachorros de león del califato’, como comúnmente los llaman. Los pequeños, que en su mayoría son de Irak y Siria, son arrebatados de sus familias y adoctrinados en el Corán, para después inculcarles acciones más letales.
¿Quiénes son los ‘niños soldado’? Los 'cachorros de león' son los que se tienen que inmolar para matar a los supuestos infieles, son testigos de decapitaciones, donan su sangre a los combatientes adultos heridos, entre otras labores. Actualmente el Estado Islámico entrena en Irak y Siria alrededor de 1,500 niños. Se estima que hay más de 31,000 mujeres embarazadas en territorios controlados por el ISIS para que los menores sean destinados a ser ‘niños soldado’, informa el portal RT.
La desgarradora historia de dos menores. Los hermanos Ahmed (16) y Amir (15), naturales de un pueblo de la región de Sinjar (gobernación de Nínive, noroeste de Irak), cuentan que en agosto de 2014, los yihadistas atacaron su aldea y los secuestraron en camionetas. Una vez instalados en la ciudad de Tall Afa, definían cómo iban a instruirlos para ser ‘niños soldado’. Pero primero, debían hacerles olvidar su origen yazidí, narra Katrin Kuntz, reportera de Der Spiegel.
Vivieron un infierno. Para instruir a los menores, el Estado Islámico dividía a los niños en dos grupos: a los más ‘débiles’ y jóvenes se les enseñaban el Corán en una escuela, mientras que a los más mayores los trasladaban a Mosul para un entrenamiento militar. La forma de enseñanza era la siguiente: rezar por las mañanas y lo que queda del día ser instruidos en las habilidades para ser ‘cachorros de león’ como desmontar fusiles, configurar un dispositivo explosivo improvisado, detonar un chaleco explosivo, etc. Para hacerlos ‘más fuertes y resistentes’, los yihadistas los golpeaban con palos y les daban patadas en el estómago.
Los drogaban para que tengan seguridad. Los menores Ahmed y Amir eran obligados a vestir trajes negros afganos. Incluso les daba drogas para que ganen seguridad y pierdan el miedo cuando vieron la decapitación de un yazidí, considerado por el ISIS como su enemigo, junto a los peshmerga y PKK. "Os vamos a matar también si no os convertís", les dijeron. Pero el reclutamiento, no siempre empieza con tanta dureza; en ocasiones los yihadistas realizan eventos donde les ofrecen dulces y banderas, para después mostrarles videos llenos de violencia. Las prácticas para decapitar personas las realizan con muñecas rubias.
Huyen del ISIS. Tras nueve meses de estar secuestrados, los hermanos lograron huir junto a otros dos menores, uno de ellos tenía el pie roto porque los terroristas lo golpearon por intentar escapar, y fueron encontrados tras nueve días por combatientes pashmerga. Es así que Ahmed y Amir pudieron contar su historia.
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