*Un reportaje fotográfico de Adrián Portugal Teillier para Mongabay Latam.
El achuni o coatí (Nasua nasua) abandona su jaula en medio de la Amazonía y se pierde corriendo entre los árboles. Siete celulares han registrado ese momento hasta perderlo de vista. Las cámaras pertenecen a los miembros de la Gerencia Forestal y de Fauna Silvestre de Madre de Dios, y a los voluntarios y trabajadoras del Centro de Rescate Taricaya. Nadie lo ha dicho en voz alta, pero estas personas son la primera línea de defensa de los animales silvestres en esta región de la selva peruana.
¿Cómo se rescata a una especie del tráfico ilegal?¿Qué hogar transitorio la recibe y la prepara para devolverla a su hábitat (en caso sea posible)? Para responder a estas preguntas, seguimos por una semana el trabajo de un equipo de Fauna silvestre de la GERFOR, responsable de proteger a los animales silvestres del tráfico ilegal, del comercio de su carne para consumo humano, o de su utilización como mascotas. Pero también al otro eslabón de la cadena que son los centros de rescate que reciben de la autoridad a estos animales y los evalúan, cuidan y entrenan hasta que puedan readaptarse a la vida en libertad en el monte.
Traficantes en la mira
Nombrada “Capital de la biodiversidad del Perú” por el Congreso, Madre de Dios alberga en sus áreas naturales como Manu, Tambopata o Bahuaja Sonene, a más de 750 especies de aves, 123 especies de reptiles y 2429 especies de plantas. Esta diversidad es su mayor riqueza pero a la vez una causa de riesgo por la amenaza de la minería y la tala ilegal, así como el tráfico de fauna silvestre, lo que está prohibido por la Ley forestal y de fauna silvestre, emitida en el 2011.
La autoridad para combatir estos delitos es la Gerencia Regional de Fauna Silvestre del Gobierno regional de Madre de Dios o, según sus siglas, la GERFOR-MDD. El equipo encargado de la fauna realiza constantes operativos contra la comercialización de especies vivas como monos, loros, boas o tortugas, así como carne de sajino o picuro para el consumo humano. Incluso varias especies como serpientes, aves o lagartos son disecadas y vendidas como amuletos o imaginería a los brujos de la región.
Cada día, el equipo de fiscalizadores permanece alerta a cualquier forma de comercialización ilegal de animales silvestres, y esto abunda en las redes. A veces, por ejemplo, establecen contacto con traficantes para seguirles los pasos, como aquel que detectaron la mañana del 14 de mayo ofreciendo a los interesados una víbora disecada. En internet se comercia mucha fauna silvestre, desde adornos de plumas de guacamayo, hasta lagartos disecados, pasando por “carne de monte” como sajino o picuro. En estos casos, se sigue la pista hasta sorprender al vendedor con la mercancía prohibida.
Suena el celular de la oficina. Alex Chipana atiende la llamada de una pareja que quiere entregar voluntariamente un mono nocturno o musmuqui (Aotus nancymae). Muchas veces, explica el funcionario del Gerfor, los monos entran a las casas en busca de comida y son tomados de mascotas, pero al crecer empiezan a atacar o morder a sus dueños, por lo que optan por abandonarlos o entregarlos a la autoridad. Una mordedura de mono puede ser causante, por ejemplo, de rabia o hepatitis.
Un día distinto, una historia distinta: el dueño de una chacra que encontró a su perro muerto y ensangrentado. Al parecer fue atacado por otro animal, al menos las huellas similares a las de un jaguar halladas junto al cuerpo de la mascota indican eso. En seguida suena el teléfono del Gerfor y la voz del otro lado del auricular les pide que busquen al felino, para evitar futuros ataques a humanos o, por el contrario, evitar que alguna persona termine por dispararle con su escopeta al animal.
Efectivamente, las pisadas son de jaguar, y de acuerdo al diámetro y la profundidad de la huella, se hace un cálculo del peso y medida del animal. Para saber si el jaguar continúa en la zona, se colocan cámaras trampa. De registrarlo, deberán instalar en la chacra una jaula-trampa con una gallina viva dentro. La idea es localizarlo y atraparlo para trasladarlo a un área natural protegida, lejos de la zona urbana, y así evitar el peligro de la confrontación con humanos.
De vuelta al bosque
Un eslabón crucial en esta cadena de protección animal son los centros de rescate o de refugio de animales silvestres. Son organizaciones privadas que reciben y acogen especies rescatadas. Durante un tiempo las cuidan y entrenan para evaluar en qué momento están listas para conseguir su propio alimento en el bosque. También evalúan su sociabilidad. Los monos, por ejemplo, deben ser liberados en parejas, para defenderse cuando vuelven al monte, narra Magali Salinas, directora de Amazon Shelter, organización que maneja un centro de rescate desde hace más de 14 años y que ha logrado devolver a la vida silvestre a cerca de 120 animales.
En otros casos, hay animales que han sido muy improntados, o acostumbrados a los humanos, por lo tanto nunca podrán conseguir su alimento por sí solos, por lo que no deben ser liberados y tendrán que quedarse en el centro de rescate. Estos lugares suelen sostenerse a base de donaciones, voluntarios o turistas extranjeros, y estudiantes o practicantes de veterinaria.
Hoy será un día agitado. El equipo de fauna de la Gerfor ha coordinado un operativo junto con la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA) de Madre de Dios, y la Policía. El principal objetivo es un grupo de restaurantes al paso que anuncian en sus pizarras la venta de platos preparados con picuro y sajino.
La Ley forestal y de fauna silvestre, emitida en 2001, prohíbe la comercialización de carne de animales silvestres, o “carne de monte”, por lo que cada cierto tiempo se realizan estos operativos para evitar su venta y consumo.
Roxana Cachique, ex funcionaria del área de Fauna Silvestre de la Gerfor-Madre de Dios, lidera el operativo en los restaurantes del barrio de La Merced. Ella explica a las cocineras de manera didáctica y severa a la vez: el primer decomiso viene con una amonestación verbal y queda registrada la persona. Si se le interviene por segunda vez en la misma falta, le corresponde una multa. Y si reincidiera una tercera vez, se le abre una investigación.
Antes de la emisión de la Ley de Fauna Silvestre, en esta zona comer estas especies era común. Actualmente solo es permitido el consumo de animales silvestres en las comunidades nativas, siempre y cuando se lleve un registro y control de la cantidad de animales cazados y consumidos por cada comunidad. Debe ser para consumo personal o familiar, mas no para la comercialización.
La liberación
Ayudar a alguien a ser libre da una sensación difícilmente igualable. Esta es la parte más feliz de su trabajo, coinciden Roxana Cachique y Alex Chipana, que por esos días de mayo se ocuparon de terminar el proceso de protección con la liberación de algunas especies rescatadas. Luego de ser recibidos y evaluados en los albergues como Amazon Shelter y Taricaya, boas, monos, achunis y puercospines están listos para ser nuevamente libres en la selva.
Taricaya Reserva Ecológica es también un eslabón importante en la cadena de protección de los animales en Madre de Dios. Sostenido por Fernando Rosemberg y Rachel Killby, es una Concesión de ecoturismo que alberga muchas especies rescatadas del tráfico ilegal.
Muchos de los voluntarios que trabajan allí son estudiantes de veterinaria. Antes de la pandemia, la mayoría eran turistas extranjeros, cuyo pago sostenía los gastos de manutención de los animales.
El achuni o coatí, que hace pocas horas fue entregado por una ama de casa en la ciudad, será liberado ese mismo día en el monte, a una distancia prudente de Taricaya.
El coatí no necesita entrenamiento o readaptación en un centro de rescate porque busca su alimento instintivamente, a diferencia de los monos, que pueden llegar a acostumbrarse a ser alimentados por los humanos.
El artículo original fue publicado por Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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