El presidente de los Estados Unidos concita gran interés por sus formas políticamente incorrectas. Uno de los aspectos que más llama la atención es el rasgo narcisista de su personalidad.
Según el estudio “Un análisis psicológico de Donald Trump”, el mandatario reúne todas las características que definen a una persona con el trastorno narcisista. Estos rasgos incluyen sentimientos de grandeza, un ego sobredimensionado, excesiva necesidad de admiración, prepotencia y falta de empatía. Estos dos últimos aspectos son los que pueden afectar a las personas que se relacionan con un narcisista ya sea en el ámbito social o laboral.
De acuerdo al citado estudio, los narcisistas como Trump “tratan a los demás como si fueran objetos, aprovechándose de ellos y explotándolos para su propio beneficio. Piensan que los demás deberían satisfacer sus necesidades. Puesto que tienen tanto talento, creen que la gente debería apartarse de su camino para promover sus logros. Se suelen burlar de las personas que perciben como débiles”.
Al tratar de conseguir sus objetivos por las buenas o por las malas, utilizan estrategias de coerción y amenazas en caso no les funcionen sus armas de persuasión o de engaño, siendo habituales las conductas de acoso. Su comportamiento refleja su desconsideración e indiferencia hacia los derechos de los otros, a los cuales acusa, paradójicamente, de ser egoístas y mentirosos.
Estas actitudes generan en sus víctimas la somatización física de los procesos psicológicos en conflicto, señala el neuropsicólogo de la Clínica Delgado, Marcelo Barcelli. Esto significa tener síntomas físicos producto de la ansiedad, depresión, apatía, sentimientos de culpa, desconfianza e inestabilidad emocional.
Entre los síntomas físicos se encuentran la pérdida de concentración y memoria, sudoración en las manos, insomnio, dolores de cabeza, taquicardias, sensaciones de ahogo. Hay también sofocación, náuseas, diarreas, dolores musculares producidos por la tensión, pérdida del apetito, temblores en las manos o en el cuerpo y sobresaltos.
Para manejar estas situaciones no debemos volvernos sumisos, sino todo lo contrario, hay que aprovechar esta oportunidad para conocer más nuestras virtudes y capacidades. Hay que nutrir el autoestima y sentirnos más seguros de lo que somos y de cuánto valemos.
Si sentimos que este tipo de personalidad nos desborda es recomendable conseguir la ayuda de un especialista. Podemos aprender sobre técnicas para reforzar la confianza, combatir los pensamientos negativos y disminuir el estrés. Además es fundamental que nuestra reacción frente a este tipo de agresión no sea emocional, sino más bien asertiva y manteniendo la calma.
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