Recientes estudios comprueban que el cambio climático originará nuevas enfermedades y posibilitará el resurgimiento de otras que ya habían sido dadas por desaparecidas.
Rabadán-Diehl, funcionaria del Gobierno de Estados Unidos, participó este mes en calidad de profesora de la Universidad George Washington, en el taller Salud Global y Diplomacia, organizado por la Escuela Nacional de Salud del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, para debatir sobre los desafíos del cambo climático.
“Estamos viendo que el cambio climático está originando nuevas enfermedades, afectando a la flora y fauna, a la accesibilidad a los alimentos o al resurgimiento de enfermedades, como la del virus del Zika”, afirmó la funcionaria.
También recalcó que la resistencia de las bacterias a los antibióticos se puede agravar con el aumento de las temperaturas. “Podemos imaginar lo que va a ocurrir si, por ejemplo, tenemos nuevas cepas de virus y de bacterias que están mutando para adaptarse al cambio climático”, argumentó.
Asimismo, la venerable revista Science ha publicado un número especial sobre el cambio climático, que incluye un artículo sobre una de las áreas más importantes y desconcertantes de la investigación sobre el calentamiento global: la posible conexión entre un clima cambiante y una amenaza creciente de enfermedades infecciosas.
Se sabe desde hace cierto tiempo que el calentamiento de las temperaturas podría ayudar a la propagación de ciertas enfermedades. La malaria, que mata a unas 650 mil personas al año, prospera en las áreas cálidas y húmedas donde puede vivir el mosquito Anopheles. A medida que el clima se calienta, es probable que el territorio donde el mosquito y el parásito de la malaria pueden vivir, se expanda, poniendo en riesgo a más personas.
De la misma forma, la fiebre del dengue, otra enfermedad tropical transmitida por mosquitos, se ha reestablecido en los Cayos de Florida, donde fue aniquilada décadas antes. Las enfermedades tropicales serán mucho mayores en un mundo más cálido, a medida que se aceleren los ciclos del parásito huésped. En el Ártico, lugar que se está calentando más rápido que cualquier otra región del planeta, las temperaturas más altas permiten que parásitos como el gusano pulmonar, que aflige al buey almizclero, se desarrollen más rápido y se transmitan durante períodos más largos.
El estudio señala que el cambio climático será un factor importante en la propagación de enfermedades infecciosas en el futuro y es probable que el impacto sea aún mayor en los sistemas de vida silvestre y agrícola, que probablemente no podrán reaccionar tan rápido como pueden los seres humanos.
En el Caribe, las temperaturas más cálidas del agua han afectado a los corales vulnerables, lo que los hace menos capaces de luchar contra las infecciones por hongos y bacterias patógenas. Se han perdido especies enteras de coral gracias a la rápida propagación de la enfermedad, y dado que los corales son los constructores de los marcos de los ecosistemas marinos, otras especies pueden rápidamente seguirlos al olvido.
Por su parte, Richard Ostfeld, reconocido ecologista del Cary Institute of Ecosystem Studies, en Nueva York, afirmó en una declaración a la revista Science: “La pérdida de biodiversidad es una consecuencia bien establecida del cambio climático. En una serie de sistemas de enfermedades infecciosas, como la enfermedad de Lyme y el virus del Nilo Occidental, la pérdida de biodiversidad está ligada a una mayor transmisión de patógenos y un mayor riesgo humano. En el futuro, necesitamos modelos que sean sensibles a los efectos directos e indirectos del cambio climático en las enfermedades infecciosas”.
Es probable que el cambio climático despliegue más enfermedades infecciosas del mismo modo que afectará otras áreas de la vida. Los seres humanos se abrirán paso, adaptándose a un mundo más cálido y plagado de parásitos. Las plantas y los animales; sin embargo, no podrán adaptarse tan rápido, o tal vez en absoluto.
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