Hay un dicho que dice que el dinero no da la felicidad. Sin embargo, es bien sabido que tener dinero ahorra muchos problemas que podrían hacernos infelices.
¿Qué relación existe entre el dinero y la felicidad? Hay estudios que han intentado establecer una relación directa entre ambos elementos. Por ejemplo, el New Economics Foundation (NEF) determinó que hay correlación entre los ingresos y la felicidad a nivel país y en las personas. Esta organización del Reino Unido llegó a esta conclusión tras revisar 413 estudios y 10 encuestas globales sobre el tema en el 2012. Por lo general, las personas están satisfechas cuando sus necesidades básicas están cubiertas, indican estos documentos.
Pero en los países con mayores ingresos el bienestar va ligado también a la democracia y la calidad de la gestión pública. Si estos factores se reducen, aún en los países más ricos, el índice de felicidad disminuye.
También se ha determinado que el dinero, aunque nos haga felices, alcanza un rendimiento decreciente en el bienestar. Otros factores, como la calidad del matrimonio y de la salud, se vuelven más importantes que el dinero, señala el reporte del NEF. Aunque, como hay conclusiones para todos los gustos, también hay economistas que han podido probar todo lo contrario.

En el 2013, Betsey Stevenson y Justin Wolfers demostraron que las personas reportan estar más satisfechas cuando tienen más dinero y se vuelven ricos. Ser más rico parece aumentar la felicidad al igual que hacerse más pobre provoca infelicidad. En resumen, uno nunca se cansa de ganar más.
Entre los últimos estudios que aderezan el largo debate sobre si el dinero da felicidad, está el realizado por David Clingingsmith en el 2015. Según él, la felicidad que se siente al recibir un aumento está directamente relacionada con el sueldo que se haya tenido antes. Cuanto menor haya sido el salario anterior, más alegre estarás con tu aumento, halló el economista.
Aunque tal parece que sí existe relación entre el dinero y la felicidad, hay estudiosos como Clinginsmith que reconocen que las estadísticas no bastan para reflejar todos los matices de la verdadera felicidad.

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