La cultura de calidad se promueve de forma fluida cuando los consumidores y los empresarios son adecuadamente informados y toman conciencia de la importancia de exigir y otorgar calidad.
¿Qué pasaría si no exiges calidad al momento de comprar? ¿Te has puesto a pensar en el riesgo que corres cuando compras productos o servicios que no han sido certificados por laboratorios o empresas acreditadas? Imagina que compras en una tienda una silla de auto para tu hijo o hija y ésta no cuenta con un certificado de garantía y además no tiene la etiqueta de advertencia requerida… ¡estarías poniendo en riesgo la vida de tu hijo y su seguridad! Por eso, exigir calidad es un derecho que no puedes pasar por alto.
Una cultura de calidad se crea a partir de dos actores. Por un lado, el consumidor, como un actor que toma consciencia de la importancia de adquirir productos y servicios de calidad, y por otro lado, las empresas tendrían que aplicar criterios y estrategias de calidad para obtener los productos o servicios que exigirían los consumidores. De esa manera, no se pone en riesgo la seguridad del consumidor y las empresas obtienen productos con mayor sostenibilidad y durabilidad en el tiempo.
Por otro lado, los empresarios deben pensar en la calidad, no como un gasto, sino como una inversión. Con la finalidad de ser más competitivos en el mercado, las empresas deben cumplir con los patrones que los laboratorios del INACAL indican, según sus pruebas, y cumplir con los estándares requeridos para el aseguramiento de la calidad. Ser una empresa certificada le abrirá nuevas puertas, incluso, para los mercados internacionales.
Los empresarios también son consumidores, por lo tanto, si exigen calidad en los productos o insumos que compran, también deben exigir calidad en los procesos productivos al momento de elaborar sus productos. Si logramos que las empresas aseguren la calidad de lo que elaboran y cuenten con laboratorios que los acrediten, entonces estaremos creando empresas de calidad, capaces de competir en el mercado nacional e internacional.
Para lograr mayor competitividad en el mercado y una mejora en la seguridad y protección del consumidor, debemos crear una infraestructura o cultura de calidad en el país. Por ello, los consumidores deben exigir calidad en cada producto o servicio que adquieren y fomentar así la formalidad de los empresarios.
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