Los seguros de vida pueden ser instrumentos financieros muy atractivos aún para gente joven que tiene menor probabilidad de fallecer.
Cuando se trata de seguros de vida, los nacidos en la década de 1990, es decir, aquellos que están al final de sus veintes o inicios de sus treintas, seguramente tienen una respuesta automática: “No gracias, no necesito uno”. Esto se debe a la visión más optimista de la vida que caracteriza a los jóvenes millennials; sin embargo, no necesariamente es la más racional.
Millennials y los seguros
Un seguro de vida es un producto financiero con muchas ventajas. Hay que tener en cuenta que mientras más joven sea el asegurado, menos le costará el seguro. Además, lo atractivo de tomar un seguro en el inicio de la vida adulta, es que la prima (costo que debe pagar mensual o anualmente) se mantendrá por todo el tiempo que dure el contrato, generalmente 20 años.
Entonces, el millennial, quien no tiene nadie a quien proteger hoy, más que a sí mismo, debe preguntarse si 10 o 15 años después, la situación será igual. ¿Tendré hijos a quienes cuidar? ¿Tendré que ayudar a sostener a mis padres? Si alguna de estas respuestas es afirmativa, entonces es mejor tomar un seguro de vida lo antes posible, pues al pasar los años, la prima será más cara.
Un seguro de vida puede terminar ayudando al propio asegurado. Por ejemplo, si una persona toma una póliza de vida a los 32 años en perfecto estado de salud, y a los 42 es diagnosticado con diabetes o hipertensión, las aseguradoras podrían no darle un seguro de desgravamen y esto le impediría acceder a créditos. Pero si esta persona pudiera usar como respaldo su seguro tomado con anterioridad, no perdería la oportunidad del crédito.
¿Cuál es la gran ventaja?
La gran ventaja de un seguro de vida es que el asegurado cuenta con el beneficio de la cobertura de fallecimiento y, a la vez, puede usar el seguro como un instrumento de ahorro. Existen seguros de vida que cuentan con la opción de ahorro-devolución, es decir, si no fallece antes de finalizar el plazo acordado con la aseguradora, recuperará un porcentaje de lo que pagó en primas (entre el 50% y el 100%) y podrá usar el dinero para nuevos proyectos.
Si una persona toma un seguro de vida con devolución cuando tiene 25 años, a los 45 contará con un fondo importante que le permitirá emprender un negocio, remodelar o ampliar su vivienda o pagar estudios superiores de los hijos.
¿Qué debo tener en cuenta?
Como en cualquier seguro, el titular debe tener presente que si no paga no tendrá la cobertura. Por ello es importante que el costo que afrontemos sea realista y podamos ponerlo en nuestro presupuesto mes a mes.
Si nuestro ingreso regular no nos deja margen para el pago del seguro, debemos planificar el pago anual en la época de aumento de ingresos. Por ejemplo, el fin de año si soy empleado dependiente, junio o julio si vendo ropa de abrigo o marzo si mi negocio está en la época de campaña escolar.
También es muy importante que nuestra declaración de salud al tomar el seguro sea la correcta. Un dato falso o equivocado puede hacer que nuestros beneficiarios pierdan la cobertura y se vean desamparados.
Finalmente, quien tome un seguro con devolución no solo estará contribuyendo con sus finanzas personales, sino que también estará ayudando a la economía del país. Las aseguradoras toman estos grandes ahorros y los invierten para poder afrontar sus compromisos de pago años después.
Estas inversiones millonarias pueden servir para financiar al Estado (bonos públicos), para dar más liquidez a los bancos (fomentando el crédito productivo) e incluso a obras como carreteras cuya inversión se recupera en varias décadas (bonos de empresas).
Comparte esta noticia