La paralización económica y social que trajo consigo la crisis sanitaria de la COVID-19 en el Perú también afectó al deporte nacional. Diversas federaciones se vieron obligadas a suspender entrenamientos y competencias, incluyendo aquellas que apuntaban a marcar un antes y un después en la profesionalización de sus respectivas disciplinas.
Tal fue el caso del fútbol femenino. La Federación Peruana de Fútbol (FPF) acababa de cerrar la convocatoria para inscribirse en la Liga Femenina, primera competencia con este formato en la historia del país, cuando se declaró el estado de emergencia en marzo de 2020 y todo se postergó.
Hasta el 2019, el torneo llevaba el nombre de Campeonato de Fútbol Femenino y tenía una organización similar a la Copa Perú de fútbol masculino, detalla Andrea Closa, periodista deportiva de RPP. “El filtro era muy reducido y las diferencias entre los equipos que participaban eran abismales porque algunos no tenían la infraestructura necesaria o no tenían la mejor metodología de trabajo”, asegura.
Incluso, las condiciones en las que las futbolistas disputaban los encuentros tenían un nivel de calidad muy bajo. “Participaban en canchas que no tenían grass, que no tenían las líneas marcadas, en donde no había camerinos ni baños”, dice Sisy Quiroz, jefa deportiva de fútbol femenino de Alianza Lima.
Precisamente, la creación de la Liga Femenina buscaba elevar los estándares deportivos e institucionales de estos equipos. Este año, tras varios meses de pausa y con todas las previsiones necesarias para evitar el contagio de la COVID-19, el torneo fue llevado a cabo con éxito y consagró a Alianza Lima como primer campeón.
Ser vistas para ser reconocidas
La final enfrentó a Alianza Lima y Universitario de Deportes, clásicos rivales del fútbol peruano. Un disparo de la venezolana Neidy Romero le dio la victoria al cuadro blanquiazul, consumando la revancha del partido del 2019 en el que fueron ‘las leonas’ quienes alzaron el título.
Sin embargo, el encuentro no solo definió al campeón de la Liga Femenina, sino que también marcó un precedente importante para la profesionalización del fútbol femenino: los derechos de transmisión fueron adquiridos por un canal de señal abierta. Hasta antes de la final, el torneo en su totalidad había sido transmitido en directo por señal cerrada.
Esto ya era un avance crucial respecto a los campeonatos anteriores porque, por primera vez, muchas jugadoras peruanas podían exhibir su talento a través de la televisión, convirtiéndose en referentes para miles de niñas y jóvenes aficionadas al fútbol en el país.
El que una cadena nacional apueste por transmitir la final de la Liga Femenina abre las puertas a que el deporte siga masificándose y que cada vez más mujeres se vean representadas a través de sus ídolas y que sientan que pueden seguirle los pasos a pesar de los prejuicios, afirma Quiroz.
Desde la cancha, los cambios también fueron evidentes. Para Xiomara Canales, defensa del plantel íntimo, la experiencia de competir en un torneo profesional representó un paso importante para su carrera. Ella sueña con que las peruanas más pequeñas encuentren en las jugadoras modelos a seguir. “Ya las niñas no tienen miedo a decir ‘yo juego fútbol’ o ‘no juego porque a mis papás no les gusta’. Este cambio se está dando porque las personas ven al fútbol femenino como normal, un deporte que, al fin y al cabo, es la felicidad de la persona”, comenta.
En busca de la autosostenibilidad
La exposición que brinda la televisión no solo beneficia al espectador; distintas empresas han encontrado en el torneo la oportunidad para que sus marcas lleguen a nuevos públicos, tal como sucede en el fútbol masculino. Esto hace que el financiamiento del fútbol femenino sea mayor, pero aún no es suficiente para hablar de una profesionalización del deporte, de acuerdo con Andrea Closa.
Para la periodista, hace falta que el trabajo de las futbolistas sea reconocido por todos los clubes del campeonato local. “Las chicas trabajan (aparte de disputar los partidos) y estudian en muchos casos. El fútbol femenino para ellas es un hobby, no un trabajo porque no reciben un sueldo para poder vivir de él”, sostiene en referencia a la amplia mayoría de equipos participantes.
En la misma línea, Yoannie Solís, directora nacional de Capacitación y Técnica Deportiva del IPD, afirma que, para hacer del fútbol femenino un deporte con nivel profesional, deben tomarse en cuenta temas de contratos, salarios dignos y beneficios laborales.
“Es importante convertir el deporte en una oportunidad real de desarrollo para las personas, para que las y los atletas puedan realizar su actividad como actividad prioritaria y dedicarse sin preocupaciones económicas o sociales que los desconcentran de alcanzar sus objetivos”, asevera.
La exigencia de las jugadoras debe ser recompensada con una retribución justa, lo que permitirá que su tiempo y concentración estén dedicados exclusivamente al ámbito deportivo. Esto, sumado a la organización de un torneo de largo aliento (es decir, de 9 o 10 meses y no solo de 3) y a la habilitación de venta de entradas, hará que el nivel de los equipos aumente y el fútbol femenino sea más atractivo para la inversión privada, detalla Sisy Quiroz.
“Que las empresas piensen que es una plataforma para que todas las marcas puedan reflejar los valores y atributos que tiene el fútbol femenino. El siguiente paso es ese: la estructuración de los clubes y la comercialización de todos sus activos para que el fútbol femenino sea autosostenible”, explica.
¿Qué más hace falta para hacer del fútbol femenino una profesión?
Si bien el fútbol femenino ya lleva una senda trazada hacia el objetivo de la profesionalización, esta es, todavía, larga. Según Solís, además de la difusión y financiamiento, es imprescindible darle a las niñas y jóvenes las herramientas necesarias para iniciar en el deporte y para poder mantenerse en este.
“Lo ideal es que una niña que vea fútbol femenino en la televisión tenga acceso a una escuela deportiva municipal. Que tenga una liga interdistrital, que participe en los Juegos Escolares del Minedu. Que sea convocada a las selecciones de su provincia o región para ser identificadas por scouters (reclutadores) y que sean parte de las divisiones menores de los clubes profesionales para luego poder representar al Perú o incluso emigrar a países con Ligas más competitivas. Esa es la única manera de elevar el nivel”, sostiene Solís.
Sensibilizar al público y a la sociedad en general para lograr romper los estereotipos de género que alejan a las mujeres del deporte, incluso desde una edad temprana, es también fundamental y las mismas jugadoras son conscientes de ello. Xiomara Canales, campeona nacional, espera que las siguientes generaciones tengan más oportunidades que las que ella y sus compañeras tuvieron.
“Va a depender mucho de cómo les inculquen el fútbol. El apoyo que tengan, que haya más academias, marcas, auspicios, preparación psicológica y alimentación. Todo va a influenciar para que (las chicas) realmente tengan una preparación que haga que, cuando salgan afuera, los demás digan ‘wow, esas niñas de Perú han venido súper preparadas’”, concluye.
Mujeres de Cambio es una campaña organizada por RPP que busca transmitir la necesidad de tener más mujeres empoderadas desde pequeñas, que logren alcanzar sus sueños, que rompan los estereotipos y que estén mejor representadas.
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