Cada vez que alguien se entera que Janick Maceta es ingeniera de sonido, se sorprende. Ya sea en las instalaciones del estudio de sonido donde trabaja en Nueva York, o fuera de este, hay muestras de asombro al encontrarla en un espacio usualmente vinculado a hombres.
“Pero las mejores ingenieras que conozco, con las que he trabajado y he hecho producciones son mujeres”, destaca esta joven de 27 años, que alcanzó el tercer lugar en la última edición del Miss Universo representando al Perú. Si bien reconoce la capacidad de sus pares en la carrera, también resalta la diferencia en la cantidad de hombres y mujeres con los que interactúa en sus labores profesionales del día a día.
Esta diferencia se debe a la perpetuación de estereotipos de género que restringen a las mujeres de involucrarse en este tipo de profesiones. De acuerdo con el estudio “Factores que influyen en el ingreso, participación y desarrollo de las mujeres en carreras vinculadas a la CTI en el Perú” elaborado por CENTRUM PUCP, la baja representación femenina es producto de una acumulación de factores que se da en las diferentes etapas de la vida de las mujeres desde la infancia.
La importancia de acercar a las niñas a la ciencia
Desde pequeña, a Janick le interesó dedicarse a una carrera científica. “Si tú me preguntabas qué quería ser yo de grande, te decía médico forense”, admite. El ejemplo de su padre sirviendo a la Policía Nacional del Perú (PNP) alimentaba su curiosidad; sin embargo, en el colegio eran pocos los profesores que, con métodos de enseñanza didácticos, la motivaban a seguir descubriendo más acerca de la ciencia o de los números.
Y es justamente en la etapa formativa o escolar donde las niñas y adolescentes son más propensas a absorber y reproducir los estereotipos acerca de las profesiones de ciencia. De acuerdo a un estudio realizado a 25 mil escolares en Lima Metropolitana por parte de los investigadores Oswaldo Molina, Francisco Gallego y Christopher Neilson, son menos las mujeres que se perciben a sí mismas como hábiles en matemáticas en comparación con sus pares hombres.
“Hacia quinto de primaria, mientras que el 45% de los varones cree que es hábil en matemáticas, solo 28% de las mujeres tiene esa percepción. Esta diferencia tiende a mantenerse y, hacia quinto de secundaria, solo 16% de las mujeres se considera hábil en matemáticas”, asegura Molina, economista y director ejecutivo de la Red de Estudios para el Desarrollo, quien añade que esta tendencia es reproducida tanto en la escuela como en el hogar.
Ante ello, el apoyo de la familia para que las niñas tengan un acercamiento adecuado a las ciencias se vuelve determinante. Luisa Martínez, oficial de género del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) considera que los tutores responsables de las menores deben desafiar los estereotipos de género comunes que plantean que las niñas deben dedicarse a materias como lengua, literatura, historia; mientras que los niños, siendo más “audaces o más innovadores” deben dedicarse a matemáticas o ciencia.
En el caso de Janick, aunque siempre se consideró una niña que no tenía miedo a preguntar, afirma que fue también gracias a sus padres, quienes validaban sus opiniones, que tuvo la confianza para explorar todas sus posibilidades. “Mi mamá y mi papá se encargaron desde muy pequeña a enseñarme a romper los estereotipos y yo toda mi vida me la he pasado haciéndolo”, señala.
Por ello, Martínez agrega que es crucial motivar la curiosidad científica en las niñas. “Es importante que puedan llevarlas a museos, generar experiencias de aprendizaje, preguntas e invitarlas a acercarse a los aparatos electrónicos (tecnología)”, sostiene. Además recalca la importancia de que las niñas conozcan casos de mujeres exitosas en el campo de la ciencia a través de recursos didácticos como los libros de cuentos.
Elegir y estudiar una carrera de ciencia y tecnología
Según un estudio de UNICEF a nivel global, la etapa de secundaria es el momento en el que las adolescentes deciden estudiar una profesión ligada a algún campo de la ciencia. Para Janick, pesó mucho su pasión por la música. “Estaba en el coro del colegio, tocaba piano y simplemente quería saber cómo lo hacían los músicos más reconocidos, cómo funcionaba la orquesta o qué tipo de micrófonos usaban”, asegura. Sin embargo, para muchas estudiantes, el trecho hacia esta decisión suele presentar varios obstáculos.
Uno de ellos es que las estudiantes universitarias perciben que “hay carreras para mujeres y hombres, donde las ciencias se visualizan como carreras masculinas al estar relacionadas con trabajos en los que se requiere fuerza física o rudeza de carácter”, de acuerdo a información del estudio de CENTRUM PUCP mencionado anteriormente. Y debido a este estereotipo, se reproduce la idea de que las mujeres que estudian o trabajan en ciencias “adoptan” este carácter masculino, lo que las aleja en un primer momento de interesarse por estudiar estas profesiones.
Sobre ello, Josefina Takahashi, presidenta del Comité ProMujer en Ciencia Tecnología e Innovación del Concytec, añade otro punto a tomar en cuenta y es el que muchos hogares o incluso escuelas e institutos aún mantienen la tradición de que el rol femenino es el de ser madre y encargarse de la casa.
“Se manifiesta en los juguetes, tareas domésticas desde temprana edad, deportes, programas de televisión, películas. En institutos hay carreras ofrecidas exclusivamente para varones y otras para mujeres”, detalla.
Según la investigadora, esta problemática conduce a que el porcentaje de egresadas de carreras STEM (aquellas vinculadas a ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés), se mantenga por debajo del 20% del total de mujeres que finalizan sus estudios universitarios, a pesar de que haya ido en alza en los últimos años.
Trabajar en ciencia: ¿Cuáles son los desafíos?
Pero, ¿qué sucede cuando las mujeres logran ser profesionales en ciencia? Al pasar de la universidad al mundo profesional, Janick Maceta tuvo que acostumbrarse no solo al asombro de las personas que desconocían su faceta de ingeniera, sino también a la diferencia en las relaciones que mantenía con sus compañeros varones de trabajo. “No tuve ningún trato agresivo de ninguna persona, pero sí era complicado saber que, aunque no te lo dicen, te subestiman por momentos”, asegura la Miss Perú.
El sentirse subestimada en el ambiente laboral por ser mujer es parte de un imaginario colectivo que las lleva a autoimponerse barreras para desarrollarse profesionalmente. Fuentes del estudio de CENTRUM PUCP señalaron conocer personas que, al ver casos de mujeres exitosas, restan valor a sus méritos porque seguramente “les han facilitado las cosas”.
No obstante, la percepción del trato en el espacio de trabajo no es la única limitación que encuentran las mujeres en su vida laboral. Según Takahashi, las mismas políticas laborales ponen en desventaja a las profesionales respecto a sus compañeros varones.
“Las mujeres profesionales de ciencia, tecnología e innovación (CTI) se enfrentan con políticas salariales y de ascenso que no priorizan el conocimiento, las competencias, valores y desempeño de las trabajadoras. Más bien, muchos toman como importante el tiempo dedicado a la empresa o la institución”, apunta.
Es así que, en un entorno en el que las jornadas de trabajo son prolongadas, las mujeres resultan desfavorecidas, pues usualmente tienden a dedicar los momentos de tiempo libre a labores domésticas, afirma Takahashi. Recordemos que, según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), semanalmente las mujeres destinan 23 horas más que los hombres a tareas domésticas.
De la misma manera, la investigadora señala que las dificultades para viajar por períodos prolongados, cambiar de lugar de residencia y los descansos por maternidad y post-parto “son considerados como no rentables”, por lo que los empleadores suelen buscar perfiles masculinos para cubrir estos puestos.
¿Cómo romper esta brecha de género en el país?
Todo el contexto presentado previamente nos lleva a tener la cantidad más baja de mujeres profesionales dedicadas a Investigación y Desarrollo (I+D) en la región. De acuerdo a cifras del Registro Nacional Científico, Tecnológico y de Innovación Tecnológica (Renacyt), del total de 6 mil 501 investigadores, los varones representan el 68,8%, mientras que las mujeres el 31,2%. En Argentina las mujeres que se dedican a la investigación representan el 51.5%; en Venezuela, el 55% y en Colombia, el 37.5%.
Por ello, las expertas consultadas para esta nota coinciden en la necesidad de promover que más mujeres se interesen por estudiar y ejercer carreras de ciencia y tecnología. Josefina Takahashi, de Concytec, recomienda apostar por la formulación de “presupuestos responsables o sensibles al género” como estrategia de políticas públicas a nivel de Gobierno Central y Gobiernos Regionales; mientras que Luisa Martínez, de UNICEF, recalca la importancia del involucramiento familiar para unir a las mujeres desde pequeñas al mundo de posibilidades que abre la ciencia.
A través de su experiencia, Janick Maceta quiere hacerle llegar a las niñas un ejemplo a seguir: el de romper las barreras y estereotipos que les impongan en cualquier momento de su vida. Acota que debemos desterrar la idea de que hay carreras para hombres y para mujeres. “No hay una exclusividad de profesiones. Hay que fomentar en las niñas la educación, el respeto, la igualdad y, sobre todo, no hay que frenarlas ni subestimarlas: que no encajen en un molde”, finaliza.
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