"Hemos estado mal influenciados por la religión, pensando que estábamos en la cúspide de la evolución. No lo estamos. Estamos al mismo nivel que el resto de animales", revelan biólogos evolutivos.
En un artículo científico, los biólogos evolutivos de la Universidad de Barcelona, Ricard Albalat y Cristian Cañestro, analizan la pérdida de genes en la evolución, utilizando como modelo al organismo planctónico 'Oikopleura dioica': un animal marino de tan solo tres milímetros muy proclive a perder genes y de un ciclo de vida muy corto, pero que tiene boca, ano, corazón y cerebro.
La evolución es en realidad perder genes: El informe, publicado en la revista 'Nature Reviews Genetics', señala que desde hace unos 500 millones de años, cuando vivió el último ancestro que unía al ser humano y al Oikopleura, esta especie ha perdido el 30% de nuestros genes comunes; sin embargo, no solo ha logrado sobrevivir sino que está en auge, llegando su densidad a los 20 mil organismos por metro cúbico de agua en ciertos ecosistemas marinos.
Mal influenciados: "Hemos estado mal influenciados por la religión, pensando que estábamos en la cúspide de la evolución. No lo estamos. Estamos al mismo nivel que el resto de animales. Hasta ahora se creía que al evolucionar ganábamos en complejidad, ganando genes, pero en realidad no es así. La mayoría de nuestros genes están también en las medusas. Entonces. No es que nosotros hayamos ganado genes, es que ellos los han perdido. La complejidad génica es ancestral", detalla Cañestro.
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Descubrimiento clave: Los científicos creen que la pérdida de genes puede ser clave para descubrir el origen de la especie humana y que para ello "habría que buscar las diferencias en los genes que se han perdido de manera diferente durante la evolución de los humanos y el resto de primates". Además, las similitudes entre los genes humanos y los del 'Oikopleura', permitirían a los científicos "determinar qué genes humanos son esenciales, explica Albalat.
Todos somos iguales: "No hay animales superiores y animales inferiores. Nuestras 'piezas de Lego' son básicamente las mismas, aunque con ellas construyamos cosas distintas", argumenta Albalat, que junto a Cañestro dirige uno de los tres grupos científicos en el mundo que estudian al 'Oikopleura dioica' desde el punto de vista de la biología evolutiva del desarrollo.
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