Este asteroide se acercará peligrosamente a la órbita terrestre en un siglo y posee grandes misterios que la NASA quiere conocer a profundidad.
La misión OSIRIS-Rex ha logrado su proceso más complicado luego de descender exitosamente sobre el asteroide Bennu para tomar muestras de su superficie que serán devueltas a la Tierra para su posterior estudio.
Bajo la fórmula del touch-and-go (toca y huye), la sonda tocó el cuerpo rocoso con el brazo metálico que poseía el cabezal recolector de muestras. En dicho momento, la sonda disparó una carga de nitrógeno presurizado para agitar y levantar el material, recogiéndolo en su contenedor.
A los segundos de recolección, la sonda empezó a ascender para regresar a su órbita.
El equipo en la Tierra se mostró muy feliz por este exitoso suceso, proyecto que inició con el lanzamiento de la sonda en 2016. Eso sí, deberán pasar un par de días para que se conecte con la red y envié imágenes y videos a la agencia.
Bennu “está vivo” porque cada 4 horas y 20 minutos, tiempo que dura su rotación, arroja partículas y rocas, muchas de ellas que regresan a su superficie, mientras que otras se liberan e inician su camino en el espacio por la llamada fractura térmica producto del rápido calentamiento y enfriamiento de ellas.
Asimismo, nuevos estudios revelan que hubo ríos de agua en él y que posee componentes que pueden dar pie a la vida orgánica en ella. Pudo ser una de las responsables de la posible llegada del líquido vital a la Tierra.
La OSIRES-Rex regresará al planeta en septiembre de 2023 para traer las muestras del asteroide. Al estudiarlas, la NASA espera obtener una comprensión más profunda de cómo se formó el Sistema Solar hace unos 4.500 millones de años y cómo prevenir las colisiones de asteroides.
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