Un reporte de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos advierte sobre una tormenta geomagnética que alcanzará nuestro planeta el 30 de octubre.
“Tormenta solar” es una frase que, de buenas a primeras, suena a una amenaza irreversible contra la existencia humana. Un aviso emitido por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) respecto a una tormenta solar que impactará contra la Tierra el 30 de octubre ha despertado, cuanto menos, la curiosidad de millones de personas en el mundo. ¿Realmente debemos hacer algo?
Este informe, emitido el 29 de octubre señala que se inicia un monitoreo constante a una Tormenta Geomagnética G3, catalogada como “fuerte” en una escala del 1 al 5, y que tendrá efectos sobre nuestro planeta entre el 30 y el 31 de octubre.
El reporte menciona que este impacto podría provocar que la aurora, el efecto luminiscente que se presenta en las zonas nórdicas, pueda trasladarse a lugares poco comunes desde donde puede ser divisada.
“Una tormenta G3 tiene el potencial de alejar la aurora de su residencia polar normal y, si se juntan otros factores, la aurora podría verse en el extremo noreste, en la parte superior del medio oeste y en el estado de Washington”, menciona NOAA en la publicación.
¿Qué es una tormenta geomagnética?
Este tipo de fenómenos, registrados con frecuencia por servicios meteorológicos y agencias aeroespaciales, son alteraciones que se producen por un incremento intenso de las partículas emitidas en erupciones solares y que son capaces de viajar a grandes velocidades para ser desviadas por la magnetosfera, el campo magnético que rodea al planeta.
En este caso, la eyección de masa coronaria (CME) partió desde el Sol a una velocidad de 973Km por segundo, y se calcula que alcance nuestro planeta el sábado 30 manteniendo sus efectos hasta el 31.
¿Qué problemas causa una tormenta solar?
El primer problema asociado con este tipo de fenómenos es el impacto en los sistemas de navegación y las telecomunicaciones, debido a que los satélites usados para estos procesos están en el espacio y expuestos a tormentas solares como ésta.
En casos como los registrados, de magnitud media, puede provocar una radiación extrema que perjudique a equipos de astronautas con misiones fuera de la Estación Espacial Internacional, por ejemplo.
Además, los sistemas satelitales deben entrar en “modo seguro” para evitar que este fenómeno dañe componentes electrónicos vitales para su funcionamiento y pueda reducir su vida útil.
En nuestra vida diaria, este suceso generará efectos luminiscentes en lugares poco frecuentes, además de sufrir alguna avería leve en las telecomunicaciones y sistemas más expuestos.
Una llamarada X1
Las llamaradas solares se clasifican en un sistema de letras, siendo las tormentas de clase C relativamente débiles, las de clase M más moderadas y las de clase X las más fuertes.
El número que acompaña a la X identifica el nivel de intensidad de una llamarada. Las bengalas que se clasifican como X10 o más fuertes se consideran inusualmente intensas.
Los funcionarios de la NASA llamaron a la erupción solar una "llamarada solar significativa", y agregaron que fue capturada en video en tiempo real por el Observatorio de Dinámica Solar de la agencia espacial. En este caso hablamos de una X1.
Esta tormenta no será la última
Según explica la NOAA, una menor actividad solar representa el fin de un “ciclo solar”, un cambio en el campo magnético del sol que ocurre cada 11 años y que determina el desplazamiento de sus Polos Norte y Sur y el regreso a la posición inicial.
Estos ciclos tienen algunos indicadores, como las manchas solares que se generan con la alteración de este campo magnético. A mayor cantidad de manchas solares, mayor actividad tendrá el sol hasta alcanzar el “máximo solar”, el punto del ciclo en el que nuestro Sol presenta mayor cantidad de manchas.
NOAA señala que la actividad solar más baja se registró en diciembre de 2019, lo que indica que ya entramos a un nuevo ciclo solar, por lo que este tipo de sucesos serán un poco más frecuentes. Sin embargo, las probabilidades de que ocurra uno de gran escala son muy pocas.
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