Muchos estudios realizados a lo largo de varios años analizan el efecto de las 'malas palabras' en nuestra percepción del dolor físico o emocional.
En esta última década se han realizados investigaciones que analizan los efectos de las 'malas' palabras, y si pueden aliviar el umbral del dolor cuando lo experimentamos. El sitio Ars Technica hace referencia a un reciente estudio que se centra en el "efecto hipoalgésico de las palabrotas", realizado en 2009 y publicado en NeuroReport por investigadores de la Universidad de Keele en el Reino Unido.
El trabajo recibió un Premio Nobel Ig de la Paz 2010 (una parodía de los Premios Nobel) "por confirmar la creencia generalizada de que las palabrotas alivian el dolor". El coautor de la investigación, Richard Stephens, piscólogo de Keele, se interesó en estudiar este tema luego de notar el lenguaje de su esposa mientras daba a luz. "Jurar es una respuesta tan común al dolor. Tiene que haber una razón subyacente por la que lo hacemos", dijo Stephens a Scientific American.
Para el estudio del 2009, Stephens y su equipo pidieron a 67 participantes que sumergieran sus manos en agua helada mientras repetían su blasfemia preferida o una palabra neutral. Los participantes dijeron que experimentaron menos dolor cuando maldecían.
La conclusión sugerida por Steven Pinker, un psicólogo de Harvard, es que esta respuesta es un reflejo primitivo que sirve como una forma de catarsis.
Maldecir puede activar la amígdala, lo que desencadena un respuesta de huida o lucha. "Tenemos datos bastante buenos sobre el mecanismo, ya que las palabrotas provocan una respuesta emocional en el hablante, que activa el sistema nervioso autónomo o una respuesta de estructura aguda", dijo Stephens a Ars Technica.
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