En esta nueva fase de la materia, los átomos se mueven en un patrón que se repite en el tiempo, en lugar de hacerlo en el espacio.
Por primera vez, los científicos han sido testigos de la interacción de una nueva fase de la materia conocida como "cristales de tiempo".
El descubrimiento, publicado en Nature Materials, puede dar lugar a aplicaciones en el procesamiento de información cuántica porque los cristales de tiempo permanecen automáticamente intactos, coherentes, en diferentes condiciones. Proteger la coherencia es la principal dificultad que obstaculiza el desarrollo de potentes ordenadores cuánticos.
El doctor Samuli Autti, autor principal de la Universidad de Lancaster, dijo: "El control de la interacción de dos cristales de tiempo es un logro importante. Antes de esto, nadie había observado dos cristales de tiempo en el mismo sistema, y mucho menos los había visto interactuar. Las interacciones controladas son el elemento número uno en la lista de deseos de cualquiera que busque aprovechar un cristal de tiempo para aplicaciones prácticas, como el procesamiento de información cuántica".
Los cristales de tiempo son diferentes de un cristal estándar, como metales o rocas, que están compuesto de átomos dispuestos en un patrón que se repite regularmente en el espacio.
Teorizados por primera vez en 2012 por el premio Nobel Frank Wilczek e identificados en 2016, los cristales de tiempo exhiben la extraña propiedad de estar en movimiento constante y repetitivo en el tiempo a pesar de que no hay entrada externa. Sus átomos oscilan, giran o se mueven constantemente primero en una dirección y luego en la otra.
Un equipo internacional de investigadores de Lancaster, Yale, Royal Holloway London y la Universidad de Aalto en Helsinki observó cristales de tiempo utilizando Helio-3, que es un isótopo raro de helio al que le falta un neutrón. El experimento se llevó a cabo en la Universidad de Aalto.
Enfriaron el superfluido helio-3 hasta una décima milésima de grado desde el cero absoluto (0,0001 K o -273,15 ° C). Luego, los investigadores crearon dos cristales de tiempo dentro del superfluido y les permitieron tocarse.
Los científicos observaron los dos cristales de tiempo interactuando e intercambiando partículas constituyentes que fluían de un cristal de tiempo a otro, y viceversa, un fenómeno conocido como efecto Josephson.
Los cristales de tiempo tienen un gran potencial para aplicaciones prácticas. Podrían usarse para mejorar la tecnología actual de los relojes atómicos: relojes complejos que mantienen la hora más precisa que podamos lograr. También podrían mejorar tecnologías como los giroscopios y los sistemas que dependen de relojes atómicos, como el GPS.
(Con información de Europa Press)
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