Raúl Rivas González, Universidad de Salamanca
En noviembre de 2021, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) autorizó que los niños de 5 a 12 años recibieran la vacuna Comirnaty de Pfizer / BioNTech contra la covid-19. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) y el Comité de medicina humana de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) recomendaron que esta dosis infantil fuera más baja, concretamente 10 microgramos en comparación con los 30 microgramos administrados a personas de 12 años en adelante.
Esta situación ha suscitado controversia y un debate público centrado en la pregunta de si es prudente vacunar a la población infantil. Las encuestas muestran que en algunos países, como los EE UU, hasta el 66 % de los padres sondeados son reacios a la vacunación de sus hijos.
Sin embargo, analizando las circunstancias actuales y estudiando los diferentes factores y tesituras involucrados, hay varias razones que apoyan la recomendación de vacunar a los niños de 5 a 12 años.
Primera: No debemos confiarnos
La covid-19 es una enfermedad peligrosa que afecta a cualquier sector poblacional incluido el infantil. Los niños y niñas tienen derecho a estar protegidos contra una enfermedad que puede cursar de forma grave. Es cierto que, de momento, la mayoría de los niños cursan una enfermedad leve o asintomática, pero un porcentaje importante enferman bastante e incluso algunos mueren. Cuanto mayor sea el número de infectados, mayor será el número de muertes.
Cuando el coronavirus SARS-CoV-2 entró en los Estados Unidos de América a principios del año 2020, los niños representaban menos del 3 % de los casos. En la actualidad ya suponen más del 25 %. Durante el año 2021, alrededor de 100 000 niños por semana se infectaron en los Estados Unidos y muchos han requerido ser hospitalizados en unidades de cuidados intensivos. Casi 700 niños han muerto a causa de covid-19, lo que coloca a la infección por SARS-CoV-2 entre las 10 principales causas de muerte en niños estadounidenses.
En Inglaterra, entre el 6 de enero y el 28 de junio de 2020, 437 muertes de niños entre 0 y 17 años estuvieron relacionadas con el SARS CoV-2 y 25 de ellas dieron un resultado positivo de PCR. Desde el inicio de la pandemia en España, el coronavirus ha provocado diez muertes en menores de 10 años, y unos 200 ingresos en cuidados intensivos.
Es lógico pensar que, si el virus no desaparece, el número de muertes infantiles causadas por la covid-19 seguirá aumentando. Hay que proteger a los niños.
Segunda: Las vacunas son seguras
Ningún niño ha muerto por la vacunación. La protección que ofrece la vacuna contra la enfermedad es especialmente alta en este sector de la población.
El estudio principal realizado en niños de 5 a 11 años mostró que la respuesta inmune a Comirnaty, administrada en una dosis de 10 microgramos a este grupo de edad, fue comparable a la observada con la dosis más alta de 30 microgramos en personas de 16 a 25 años.
La eficacia de Comirnaty fue calculada en casi 2 000 niños de 5 a 11 años que no presentaban signos de infección previa. Estos niños recibieron la vacuna o un placebo. De los 1 305 niños que recibieron la vacuna, tres desarrollaron covid-19 en comparación con 16 de los 663 niños que recibieron placebo. Esto significa que, en este estudio, la vacuna tuvo una efectividad del 90,7 % en la prevención del covid-19 sintomático, aunque la tasa real podría oscilar entre el 67,7 % y el 98,3 %.
Tercera: Crecen los casos
Los datos de vigilancia muestran que los niños de 5 a 11 años han representado una proporción cada vez mayor de los casos notificados y de las hospitalizaciones en los países de la Unión Europea en los últimos meses.
Los niños no vacunados corren un alto riesgo de infección por el coronavirus SARS-CoV-2 y pueden contribuir a la propagación tanto en las escuelas como dentro de los hogares y a los grupos vulnerables.
Los niños con comorbilidades no vacunados tienen más probabilidades de hospitalización y de ingresar en la UCI. El porcentaje poblacional infantil es significativo en la mayor parte de los países, por lo que la vacunación de este sector es una ayuda fundamental para poder alcanzar la deseada protección de grupo, que con la variante Delta se ha estimado en torno al 90 %.
Cuarta: Ómicron se impone
La contribución relativa de los niños a la circulación general del SARS-CoV-2 puede haber aumentado debido a factores que incluyen la mayor cobertura de vacunación en grupos de mayor edad y la aparición de variantes altamente transmisibles cómo Delta u Ómicron.
La variante B.1.1.529 (Ómicron) fue notificada a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 24 de noviembre del 2021. Esta nueva variante fue detectada por primera vez en muestras recolectadas el 11 noviembre del 2021 en Botsuana y el 14 de noviembre del 2021 en Sudáfrica.
El 26 de noviembre del 2021, la OMS nombró a la variante ómicron B.1.1.529 y la clasificó como variante de preocupación (VOC, por sus siglas en inglés). La distribución estimada (mediana y rango de valores de 20 países de la Unión Europea durante las semanas 47 a 48, del 22 de noviembre al 5 de diciembre de 2021) de las variantes preocupantes (VOC) fue del 97,3 % para B.1.617.2 (Delta) y tan solo del 0,4 % para B.1.1.529 (Ómicron).
Sin embargo, en las últimas semanas Ómicron se ha detectado en cantidades cada vez mayores en varios países de la Unión Europea, algunos de los cuales ya han informado de que existe transmisión comunitaria. A fecha de 16 de diciembre se habían confirmado 3 158 casos de la variante Ómicron en la Unión Europea y en el Espacio Económico Europeo (UE/EEE). De momento, la subida parece imparable y es probable que la variante Ómicron nos lleve a nuevos récords de contagios, hospitalizaciones y muertes.
Quinta: Más seguridad escolar
La vacunación infantil contribuye a alcanzar espacios educativos más seguros, previene el cierre de las escuelas y los periodos de cuarentena, facilitando la formación y el bienestar psicoemocional de los niños.
Según los últimos datos disponibles de UNICEF, a nivel mundial al menos 1 de cada 7 niños se ha visto directamente afectado por los encierros motivados por la pandemia, mientras que más de 1 600 millones de niños han sufrido lapsos educativos.
Los informes indican sistemáticamente que las medidas de cuarentena para controlar la propagación de la covid-19 pueden desencadenar o exacerbar problemas de salud mental en niños y adolescentes, conduciendo a trastornos de diversa índole. Los niños necesitan ir a la escuela, jugar con amigos y participar en actividades extracurriculares para su desarrollo social y emocional. Las vacunas facilitan la consecución de este propósito.
En conclusión, la vacunación infantil a nivel global puede suponer un esfuerzo de salud pública titánico, pero entrañará un impacto mayúsculo para impulsar el final de la pandemia de covid-19, porque ayudará a reducir la circulación del virus y la aparición de nuevas y peligrosas variantes.
Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de Salamanca
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.