En las ciudades las aves tienen la posibilidad de construir su nido no solo con insumos naturales, sino también con plástico, papel y colillas de cigarros.
(Agencia N+1 / Catalina Rusakova) Un equipo de ecólogos de la Universidad Autónoma de México (UNAM), Monserrat Suárez Rodríguez y Constantino Macías Garcia, ha descubierto que los camachuelos mexicanos o pinzones mexicanos (Carpodacus mexicanus), que habitan en la ciudad, añaden colillas de cigarrillos al armazón de sus nidos. De este modo, estas aves protegen a sus polluelos de los ácaros que contaminan su piel y plumas. La investigación está publicada en el journal Avian Biology.
Los ácaros de aves representan a varias miles de especies que se encuentran en casi todos los tipos de aves. Estos parásitos, además, de ser portadores de parásitos internos, succionan la sangre, se devoran las plumas y la piel de estos animales, y aumentan la mortalidad de los polluelos. Sin embargo, el nuevo estudio demuestra que las aves citadinas han encontrado métodos para protegerse de ellos.
En la urbe, las aves tienen la posibilidad de construir su nido no solo con insumos naturales, sino antropogénicos, como el plástico, el papel y las colillas de cigarrillos.
Propiedades repelentes. De entre estos elementos, los autores del estudio sugieren que las colillas juegan un rol similar al de las plantas con propiedades repelentes de parásitos. En un estudio previo, los autores notaron que cuando los pinzones de méxico y los gorriones comunes (Passer domesticus) construyeron sus nidos con colillas, la cantidad de parásitos era menor que en los nidos sin este “insumo”. Sin embargo, el estudio no dejaba del todo claro si es que las colillas eran utilizadas, intencionalmente, a modo de repelente parasitario o como material de aislamiento térmico.
El exprimento. Para la nueva investigación, los investigadores observaron la temporada de reproducción de los pinzones que habitan en el campus de la UNAM. En total, fueron 32 nidos que participaron del estudio. Luego de que los polluelos empollaron, los investigadores los traspasaron de su nido (hecho de pasto, plumas y pelaje) a uno de fieltro, sin ácaros, pero también sin colillas.
Seguidamente, se procedió a dividir los nidos en tres grupos. Al primer nido se le añadieron ácaros vivos (como garrapatas); al segundo, muertos; y el tercero se mantuvo de control. Después de unos días, los investigadores retiraron las aves y el relleno artificial y encontraron una gran cantidad de colillas añadidas posteriormente por los propios pinzones.
Los autores descubrieron que, en promedio, la cantidad de colillas en los nidos con ácaros vivos fue diez veces mayor que en los nidos con parásitos muertos o en el grupo de control. Además, se descubrió que la temperatura del nido después de la manipulación de la “camita” no varió. Estos factores permitieron concluir que, en definitiva, las aves usan las colillas no para fines térmicos, sino para protegerse de los ácaros.
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