El trabajo del fallecido cineasta japonés marcó un hito en la animación del cine y la televisión. Recordamos la historia de algunas de sus producciones.
Isao Takahata es, para muchos críticos especializados, “el padre de los clásicos de la animación” en el cine y la televisión. No solo por dirigir emblemáticas producciones, sino por marcar un nuevo camino para esta industria con sus obras.
Pese a que no tenía grandes habilidades para la ilustración, Takahata supo compensar esto con sus conocimientos y su gran capacidad para la dirección, las mismas que le hicieron ganarse un lugar en la reconocida productora Toei Animation.
Sin embargo, fue recién en 1974 cuando su talento empezaría a resonar en todos los rincones del mundo. Ese año, el director llevó a las pantallas a una de las adaptaciones literarias más exitosas de todos los tiempos: “Heidi”.
Años más tarde, repetiría la historia al ponerse al frente otras dos grandes producciones como “Marco” y “Ana de las tejas verdes”. Claro está, que todo este trabajo no hubiese tenido el mismo éxito de no ser por el talento para la animación de su amigo Hayao Miyazaki.
EL STUDIO GHIBLI
Takahata y Miyazaki sabían que debían mantenerse unidos y que esto solo era posible si las decisiones las tomaban ellos. Por ello, en 1985, ambos deciden fundar uno de los estudios de animación japonesa más importantes: Studio Ghibli.
Aunque esta casa inició su camino con los dos amigos al frente de los primeros trabajos, sus diferencias creativas obligaron a los cineastas a repartirse las producciones que Ghibli presentaría al mundo.
Esta división, lejos de afectar la imagen y los resultados del estudio, le ayudaron a tener una mayor cantidad de trabajos de calidad. Eso quedó demostrado con la llegada de dos grandes cintas en un mismo año “Mi Vecino Totoro” (Miyazaki) y “La tumba de las luciérnagas” (Takahata).
En su cinta, Takahata exploraba los desgarradores relatos sobre los horrores de la II Guerra Mundial, una época que marcó la infancia de este cineasta, ya que a sus 9 años sobrevivió al conflicto bélico.
Studio Ghibli continuó pisando fuerte en la industria de la animación cinematográfica con trabajos como “La princesa Mononoke”, “Mis vecinos los Yamada” (1999), entre otras entregas. Aunque fue recién en el 2001 cuando se internacionalizó al punto de alcanzar una nominación al Premio Oscar con “El viaje de Chihiro”, de Miyazaki.
En el 2014, “El cuento de la Princesa Kaguya” volvió a darles presencia en los premios de la Academia y, pese a no llevarse el galardón, sirvió para consolidar la carrera de Isao Takahata.
Desde aquel entonces, Isao se mantuvo alejado de la dirección. Aunque no anunció su retiro, como sí lo hizo Miyazaki a finales del 2013, el cineasta no volvió a tomar el mando de otra cinta del estudio.
Isao Takahata partió, pero su trabajo y el legado de Studio Ghibli quedan grabados en la industria del cine animado japonés, que quedó marcado con el estilo único que logró catapultarlo a la fama.
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