La cinta "Beasts of No Nation", dirigida por Cary Fukunaga, corre peligro de no estrenar en las salas de cine por haber vendido los derechos a la compañía de películas y series streaming.
Ya han pasado casi siete años desde que Cary Fukunaga llevase "Sin nombre" al Festival de Cine de Sundance. Ahora, tras dirigir "Jane Eyre" y la primera temporada de "True Detective", está al frente de "Beasts of No Nation", que podrán ver a partir de mañana los más de 65 millones de personas que están abonadas a Netflix en el mundo.
"El rodaje de 'Sin nombre' fue muy ambicioso y requirió cientos de extras. Lo que aprendí de aquello es que está bien ser ambicioso. Está bien ponerse metas altas para uno mismo y tratar de conseguirlas", reflexiona el cineasta.
"Beasts of No Nation" cuenta con un presupuesto de unos 6 millones de dólares ("logramos que pareciera más con sangre, sudor y lágrimas", asegura Fukunaga), y relata con crudeza el entrenamiento de un niño soldado en un país indeterminado de África y en un escenario marcado por los conflictos armados y la escasez de recursos.
El niño al que encarna Abraham Attah -premio Marcello Mastroianni al mejor actor joven o emergente del 72 Festival de Venecia- pierde a su familia y pasa de una infancia compleja, pero feliz, a ser parte de una cruenta guerra civil como miembro de una guerrilla encabezada por un terrible líder (Idris Elba).
"Es la primera película original de Netflix y, lógicamente, eso llama mucho la atención. Ese aspecto es bueno para la película, pero también habrá mucho escrutinio y polémica por la posición de los cines", apunta Fukunaga.
El realizador se refiere al boicot impuesto por las grandes cadenas estadounidenses, AMC, Regal, Cinemark y Carmike, que se niegan a exhibir el filme por no respetar la ventana tradicional de 90 días entre el estreno de un largometraje y su disponibilidad en otros formatos.
No obstante, a Fukunaga le gustaría que los espectadores que tengan oportunidad de hacerlo, disfruten de la historia en el medio para el que se creó originalmente: las salas de cine. EFE
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