En 1853, tras un largo periodo de guerras civiles, Argentina asume una Constitución de corte claramente liberal. Posteriormente se dio un proceso de crecimiento económico sostenido que llevó al país a tener el producto per cápita mas elevado del mundo en 1895. Cientos de miles de inmigrantes europeos llegaban al país atraídos por esta prosperidad. Posteriormente se dio una alta inestabilidad económica propiciada por las Guerras Mundiales y la Gran Depresión. A esto se agregó las crisis políticas derivadas de la dificultad para integrar a los sectores populares en el sistema político. Argentina perdió el primer lugar, pero se mantenía entre las naciones más prosperas del mundo. Sin embargo, este estancamiento generó una sensación de agotamiento del modelo previo de desarrollo.
En 1946 Juan Domingo Perón tomó el poder desde una plataforma con énfasis en la justicia social, la sustitución de importaciones, los derechos laborales y una expansión generalizada del rol Estado en la economía.
En 1949 se genera un nuevo texto constitucional que tenía como principales objetivos la protección de los derechos de los trabajadores, la función social de la propiedad y la dirección de la economía en función del bien común. En dicha constitución se ratifica:
“..la irrevocable decisión de constituir una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”
Tras el cambio constitucional el Estado asumió compromisos referidos al cumplimiento de múltiples derechos sociales a la vez que se le daba un rol protagónico a las organizaciones laborales. Tras esto Argentina ha pasado por recurrentes crisis de descontrol fiscal e inestabilidad monetaria. Paulatinamente Argentina fue retrocediendo respecto al resto de países del mundo, pasando de estar en una posición de liderazgo económico a ser considerado un país de ingresos medios, categoría en la cual se encuentra el Perú.

Al comparar con los resultados de un Argentina con los de Australia, dos países con amplias riquezas naturales y una población de origen migrante, se puede ver cómo diferentes arreglos institucionales pueden llevar a trayectorias muy divergentes en cuanto a niveles de prosperidad. El caso argentino nos enseña respecto a los efectos de largo plazo de levantar las restricciones constitucionales al descontrol fiscal y monetario, ello mientras se asumen derechos sociales con un alto costo fiscal. Esto desencadenó periódicas crisis fiscales y cambiarias que no permitieron el crecimiento sostenido.
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