Es una vergüenza que haya manifestaciones de racismo y debemos seguir luchando para que desaparezcan. Pero es cierto que si antes eran más aceptadas, hoy son rechazadas abiertamente con protestas en las redes, en los medios de comunicación y hasta en las calles.
En momentos en que se discute si deberíamos seguir conociendo la composición racial detallada de los peruanos mediante los censos del INEI, es importante recordar, paisana, paisano, que en el Perú, desde la llegada de los españoles, las diferencias raciales fueron muy importantes: importantes discriminadores sociales. Felizmente, una mirada positiva nos muestra hoy el reconocimiento de nuestro mestizaje, de que somos una mezcla racial y cultural, y eso está disminuyendo muchas odiosas diferencias.
Así, las discriminaciones de español, criollo, mestizo, indio y esclavo del virreinato se convirtieron en el siglo XX, sobre todo en una división entre costeños y serranos, que implicaba que los costeños eran blancos y educados; y los de la sierra, indígenas e ignorantes. Como dato: ¿Sabía usted, paisano, que en Colombia sucede lo contrario, donde llamarse serrano es más apreciado que costeño?
Hoy vemos que las cosas cambian, pues cuando en encuestas recientes el INEI pregunta si nos creemos blancos, indígenas, afro, mestizos u otro, un 4% se siente afrodescendiente, solo el 6% se dice blanco, el 22% se considera indígena quechua, y el 60%; es decir, dos de cada tres peruanos se autodenomina mestizo. Y cuando en Arellano Consultoría para Crecer pedimos a los encuestadores que, más allá de la autodeclaración, opinen sobre la raza del encuestado, las coincidencias de clasificación son bastante grandes.

Pero, ¿la raza está o no relacionada aquí con el éxito? Probablemente sí, pues las estadísticas muestran que el porcentaje de pobres es mayor en los indígenas que en las otras autodenominaciones. Pero también es muy interesante ver que hay más porcentaje de pobres entre los blancos que entre los mestizos. Es decir, que hoy la riqueza no se concentra en los blancos como pudo ser antes. Y así como en la riqueza, si nos fijamos en la raza aparente de nuestros alcaldes, gobernadores y congresistas, tendremos la evidencia de que en el poder político la segregación ya no es una norma. Por cierto, viendo la situación de las minorías en otras partes, como la de los afroamericanos en los Estados Unidos y los graves problemas de Europa por temas de origen, podríamos decir que nuestra situación es mucho más equilibrada.
¿Significa eso que aquí no hay problema de discriminación racial? No, es una vergüenza que haya manifestaciones de racismo y debemos seguir luchando para que desaparezcan. Pero es cierto que si antes eran más aceptadas, hoy son rechazadas abiertamente con protestas en las redes, en los medios de comunicación y hasta en las calles. De hecho, la expresión serrano, que antes se utilizaba casi como un insulto, hoy se escucha prioritariamente en algunas personas muy mayores y bastante desubicadas, mostrando que, felizmente, ser racista en el Perú ya no es aceptable socialmente. Eso, paisana, paisano, es muy bueno para el desarrollo igualitario que necesitamos. ¿Cómo cree usted, entonces, paisana, paisano, que debemos actuar para agilizar la desaparición de las diferencias raciales en el Perú?