"El estilo tiene que ser inconfundible y el que no tiene estilo no existe", defendió el pintor y escultor colombiano.
El pintor y escultor colombiano Fernando Botero confesó hoy que le ha llevado quince años de búsqueda lograr un estilo "radical, diferente y original", durante un homenaje que puso fin en su natal Medellín a los actos conmemorativos por su ochenta cumpleaños.
"El estilo tiene que ser inconfundible y el que no tiene estilo no existe", defendió Botero, al afirmar que "hay que tener posición radical, afirmativa y hasta sectaria, pero siempre distinta, de ahí viene el reconocimiento".
El artista se expresó así durante la presentación de los libros que el historiador Santiago Londoño y el artista Christian Padilla le han dedicado por su aniversario, que fue el 19 de abril del año pasado pero al que han seguido una serie de homenajes a lo largo de estos meses.
Con el marcado componente simbólico que siempre acompaña sus obras de esquema figurista e idiosincrasia colombiana, Botero reconoció su lucha personal por encontrarse a sí mismo y a un estilo propio que ya le han consolidado como uno de los grandes artistas latinoamericanos del siglo XX.
"Yo empecé a pintar en el año 1946 y solamente pinté un cuadro que considero que tenía madurez y coherencia en 1964, pasaron muchos años antes de que yo tuviera una visión clara de lo que quería hacer", explicó.
A su juicio, "el arte es resultado de una reflexión" por la que el artista se deja llevar bajo el eco de sus referentes, pero con la convicción de que es nadando a "contracorriente" como él logró "una originalidad y una personalidad que reconoce todo el mundo".
Ante sus inconfundibles figuras a las que a él no le gusta llamar "gorditos" y con las que ha creado un lenguaje artístico único, el pintor y escultor defendió su elección por la exageración de las formas y el volumen en su formación autodidacta, desde los clásicos griegos y renacentistas, hasta el arte precolombino.
Este lenguaje "boteriano" alcanzó un alto nivel expresivo con el color y la jerarquización de las figuras representadas en distintos tamaños que, a su vez, combina con una fuerte carga simbólica que interactúa y cuestiona al espectador para invitarlo a participar de la escena representada.
El historiador y crítico del arte, Santiago Londoño, quien hoy presentó una cronología ilustrada de la trayectoria del artista, titulada "Botero 80 años", resaltó esa fidelidad a un estilo propio, "su capacidad para convertir lo parroquial en universal" y una "gran maestría técnica".
Contra las críticas que lo describen como un artista estancado en sus "gorditos" y "gorditas", Londoño aseveró que nos encontramos ante "un artista en constante evolución" y con "una capacidad investigativa extraordinaria" que lo ha llevado a abrazar técnicas tan diversas como el óleo, la acuarela, la escultura, el dibujo o el mural.
En el mismo tono se pronunció el artista y autor de la obra "Fernando Botero. La búsqueda del estilo: 1949-1963", Christian Padilla, quien remarcó que "hay Boteros para todos los gustos", desde el Botero vivido al tenebroso, del acuarelista al escultor, del expresionista al pop, o del flaco al gordo.
Con el coloquio entre ambos autores y el artista, se puso así el broche final a un año conmemorativo en el que distintos países como España, Portugal o México han rendido homenaje al artista con retrospectivas y exposiciones de su obra de ayer y hoy.
La directora del Museo de Antioquia, donde se exhiben 187 de esas obras, Ana Piedad Jaramillo, reconoció en una entrevista a Efe que "Botero ha abierto Colombia al mundo, pero a la vez ha abierto el mundo a los colombianos", mediante una "óptica muy especial de mirar lo social con humor", fuertemente marcada por su juventud en la región antioqueña y los episodios de narcotráfico y violencia.
Botero reconoció que es en su país natal es donde se siente "más feliz", pero indicó que sigue trabajando en sus estudios de Italia, Mónaco y Grecia sin concretar futuros planes.
EFE
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