"Estoy plasmando tu fórmula de amor para todos los huecos de este suelo". El poeta más representativo del Perú dedicó estos versos a su madre.
El poeta peruano Carlos Germán Belli dijo en una entrevista para RPP Noticias que una de las cualidades que más admira de su colega y compatriota César Vallejo (1892 - 1938) es "su asunción del amor familiar". Reconocido por críticos y escritores como un poeta universal, la familia es un tema constante en la obra de este autor, en la que destaca la figura de la madre, acaso especialmente de su madre, María de los Santos Mendoza Gurrionero.
En su poemario Trilce (1922), la palabra madre se menciona 19 veces a lo largo de su 77 poemas. Según Araceli Soní Soto, doctora en letras por la Universidad Iberoamericana de México, en esta obra la "madre se transforma en el gran símbolo afectivo y de creación, (...) pretexto para construir poemas de gran cohesión estética, en los que se logra articular la forma para transmitir las más hondas emociones".
Por el Día de la Madre, compartimos el poema LXV.
Madre, me voy mañana a Santiago,
a mojarme en tu bendición y en tu llanto.
Acomodando estoy mis desengaños y el rosado
de llaga de mis falsos trajines.
Me esperará tu arco de asombro,
las tonsuradas columnas de tus ansias
que se acaban la vida. Me esperará el patio,
el corredor de abajo con sus tondos y repulgos
de fiesta. Me esperará mi sillón ayo,
aquel buen quijarudo trasto de dinástico
cuero, que para no más rezongando a las nalgas
tataranietas, de correa a correhuela.
Estoy cribando mis cariños más puros.
Estoy ejeando ¿no oyes jadear la sonda?
¿no oyes tascar dianas?
estoy plasmando tu fórmula de amor
para todos los huecos de este suelo.
Oh si se dispusieran los tácitos volantes
para todas las cintas más distantes,
para todas las citas más distintas.
Así, muerta inmortal. Así.
Bajo los dobles arcos de tu sangre, por donde
hay que pasar tan de puntillas, que hasta mi padre
para ir por allí,
humildóse hasta menos de la mitad del hombre,
hasta ser el primer pequeño que tuviste.
Así, muerta inmortal.
Entre la columnata de tus huesos
que no puede caer ni a lloros,
y a cuyo lado ni el destino pudo entrometer
ni un solo dedo suyo.
Así, muerta inmortal.
Así.
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