La obra está enfocado a dos públicos muy diferentes entre sí, uno que no habla la lengua indígena y otro indígena, especialmente en escuelas o personas en general.
"El Principito" del francés Antoine de Saint-Exupéry, una de las grandes obras de la literatura contemporánea, ha demostrado ser uno de los "libros más universales" de la historia al ser traducido a la lengua indígena mexicana otomí, aseguró a Efe la investigadora Verónica Kugel.
"Esta traducción tiene doble importancia: para El Principito porque muestra que es uno de los libros más universales y que más impacto han tenido, y para el otomí porque nos muestra que puede expresar cualquier idea", explicó la investigadora del centro de documentación Hñähñu, la variante a la que ha sido traducida la obra.
Durante la presentación, en la Casa de Francia, de esta primera edición de 2.000 ejemplares, la experta confió en que al ser una "lectura tan bonita y agradable, muchos jóvenes que ya no leen en su propia lengua se animarán a volver a hacerlo".
Explicó que el título fue la parte más difícil de la traducción, pues los expertos pensaron en utilizar la expresión "Con el hijo del Rey", pero se dieron cuenta de que en realidad en el libro no hay referencias a un monarca. Por ello, expresar en esa lengua la "idea de un joven tan especial, fue la aventura lingüística del libro".
"Cualquier traducción técnica es mucho más fácil que la literaria, que requiere de experiencia, de enamorarse del libro, de dedicación y de una excelente visión de las culturas", afirmó Kugel, quien espera que haya una segunda edición de una obra que de acuerdo con la traducción literal se tituló "El muchachito gran jefe".
"El Principito" en Hñähñu está enfocado, de acuerdo con la académica, a dos públicos muy diferentes entre sí, uno que no habla la lengua indígena, que va a ser minoritario y que querrá coleccionarlo, y otro indígena, especialmente en escuelas o personas en general.
Kugel explicó que el pueblo otomí es uno de los más antiguos de México y está compuesto por unos 300.000 pobladores que principalmente se encuentran en los centrales estados de Hidalgo, México, Guanajuato, Querétaro y Puebla.
Por su parte, el traductor de la obra, Raymundo Isidro Alavez, aseguró a Efe que el "mayor reto" fue "describir los valores que transmite el autor" pues si se intenta adecuar a la lengua otomí de forma literal se pierde el sentido, de tal manera que leyó el libro varias veces para "sentir sus palabras y poderlas transmitir".
Algunos vocablos como "asteroide", "planeta" o "biombo" no existen en Hñähñu, por lo que según afirmó Alavez uno de los mayores esfuerzos de traducción fue encontrar nuevas palabras que permitieran identificar estos conceptos desconocidos en la lengua.
"Traté de rescatar los valores que inculca el autor como la solidaridad entre amigos, el deseo de ser feliz con cosas simples como una puesta de sol o las ganas de aprender y explicarse por qué suceden las cosas como si lo hiciera un niño", explicó el traductor, miembro de la Facultad de Estudios Superiores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), plantel Acatlán.
EFE
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