La danza originaria del departamento de Junín representa a los personajes más emblemáticos de la sociedad jaujina de fines de la Colonia.
Ataviada con una pechera de piedras brillantes y una manta bordada, la sensual huanquita mueve su pañuelo al compás pausado de la danza de la tunantada. A su lado, el príncipe español empuña el bastón como si fuera una espada.
Este es el personaje interpretado por Luis Amaya, un jaujino que radica en Las Vegas, Estados Unidos, desde hace 5 años, y que cada 20 de enero vuelve a la tierra que lo vio nacer para representar esta emblemática danza de fines de la Colonia y que ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Nación.
“Amo tanto a mi tunantada que vengo desde tan lejos para representar esta danza. Para mí esta expresión es un sentimiento, que me hace reír y a la vez llorar. Todos los años, en la plaza de Yauyos en Jauja, represento al príncipe español”, menciona Amaya, quien luce un saco, un sombrero adornado con plumas y un cacho de toro con motivos dorados. Y toda su vestimenta está valorizada en 800 dólares.
Acompañando al español y a la huanquita, el arriero argentino saca su látigo, el comerciante boliviano carga sus plantas medicinales en la espalda y el relegado huatrila, con un atuendo de lana, danza al final de la comparsa. Ellos y otros personajes recorren las calles de Jauja para danzar en honor de los santos patrones de la ciudad: San Fabían y San Sebastián.
“La tunantada también tiene humor. Es una burla del español, que intentaba bailar huayno. Esa mofa y picardía del personaje se refleja en la tunantada”, expresa Antonio Muñoz, periodista y estudioso del folclore peruano.
En este baile, también está la presumida jaujina, quien tiene un elegante vestuario, compuesto por una blusa con incrustaciones de pedrería, unos finos guantes de encaje y una pollera de color oscuro, que cubre tres fustanes tejidos de hilo.
Ana Marzola encarna a la jaujina en el elenco de tunantada del Club Jauja, así como Doris Poves representa a una huanquita de ensortijada cabellera.
Cada danzante, enfundado en un personaje enmascarado, se mueve libremente a paso lento al compás de la banda de músicos, sin seguir una coreografía. Cada danzante baila la tunantada como la siente, con el corazón.
“Este es un baile de solidaridad, de entendimiento, de ratificación de lo nuestro. Es una afirmación de la identidad nacional. Además, lo hermoso es que lo propio no se pierde, pese a que la tunantada tiene elementos de danzas europeas como el minué, la contradanza, entre otras”, agregó el investigador Antonio Muñoz.
Como todos los años y por Fiestas Patrias, la tunantada muestra toda su majestuosidad en Lima. Este 29 de julio se realizará la edición número 24 del Concurso Regional de la Tunantada en el local de la Asociación Central Folclórica Puno, donde participarán más de 15 agrupaciones. La cita es a partir de las 3 de la tarde.
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