
Las letras peruanas extienden su luto. Esta vez el golpe fue a la poesía tras conocerse la muerte del emblemático poeta Enrique Verástegui Peláez, poeta, escritor, matemático, entre otras profesiones que lo hicieron uno de los exponentes de la cultura nacional.
Verástegui, uno de los fundadores del movimiento Hora Zero, junto a Juan Ramirez Ruiz y Jorge Pimentel, falleció la noche de este viernes 27 en el área de emergencias del hospital Edgardo Rebagliati tras sufrir un fuerte dolor al estómago que conllevó a un infarto, así lo informó su amiga, la poetisa Rosina Valcárcel.
Verástegui, natural de Lima pero residente en la ciudad de Cañete, estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos las materias de Economía, Administración y Contabilidad. Se hizo famoso por su libro de poemas Los Extramuros del Mundo, publicado en 1971.
A ello se suman los poemarios Ángel con Laud Sideral, los dos tomos de Angelus Novus, Leonardo, Teoría de los cambios, Bodegón (su último poemario publicado) entre otros títulos que lo confirmaron como uno de los mejores poetas del Siglo XX en el país.
Verástegui también incursionó en la narrativa, prueba de ello son sus novelas Terceto de Lima, Teoría del Anarquista Ilustrado, La máquina del CrepusCulo, entre otros, así como ensayos filosóficos, matemáticos y diarios.
RPP Noticias se comunicó con amistades del poeta, quienes confirmaron la lamentable noticia. Hasta el momento se desconoce dónde se realizarán las exequias y homenajes al poeta nacional.
Aquí algunos extractos de sus poemas más recordados:
De pronto perdí todo contacto contigo.
Ya no pude llegar al teléfono, recordar ese número y llegar a tu
casa que no conocí.
Ya no pude volar sobre ti como todos los días a las tres de la tarde
estas pobres alas no dieron más
y aquí me tienes ideando estas líneas que reflejan mis ojos cansados
de ir caminando con la mente y las manos repletas de yerba.
Yo fui el primer sorprendido.
La extrañeza de ser dos aves hurgándose el pecho y corriendo uno
detrás del otro entre las matas y bancas del parque.
y éramos arrojados fuera de nosotros mismos y por esto fue que
conocí tu ciudad
y me apreté contra ti buscando desesperadamente encontrarme en
tus ojos y amé todas tus cosas
y tu mirada angustiada y esa seriedad para responderme a ciertas
preguntas y cuestiones que nos diferenciaron para siempre de las personas nacidas
antes de 1950
tu maravilloso instinto agresivo desarrollado contra los males del
tiempo y portándote como en la más furiosa embestida
en la batalla por un lugar en el taxi que nos alejó miles de cuadras
más cerca de la pasión de la vida
hoy miércoles y no otro día
{...]
En mi país la poesía ladra
suda orina tiene sucias las axilas.
La poesía frecuenta los burdeles
escribe cantos silba danza mientras se mira
ociosamente en la toilette
y ha conocido el sabor dulzón del amor
en los parquecitos de crepé
bajo la luna
de los mostradores.
Pero en mi país hay quienes hablan con su botella de vino
sobre la pared azulada.
Y la poesía rueda contigo de la mano
por estos mismos lugares que no son los lugares
para filmar una canción destrozada.
Y por la poesía en mi país
si no hablaste como esto
te obligan a salir
en mi país
no hay donde ir
pero tienes que ir saliendo
como el acné en el cascarón rosado
[...]
A Vanesa, mi hija científica
Cuando leas poesía
aprende a distinguir lo Verdadero de lo Falso.
No todo lo que está bien escrito es Verdadero
y todo lo mal escrito es necesariamente Falso.
El Criterio de Verdad es lógica impecable.
Falsedad es absurdo más allá de cualquier palabra.
Así, si distingues Verdad de Falsedad
serás una Princesa consorte, comerás uvas frescas
y acertarás cuando leas poesía.