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El dilema humano: una mirada cruda a las grandes preguntas de la existencia

Según David Benatar, la vida humana carece de sentido cósmico, pues resulta insignificante en un universo indiferente. De ahí que ésta sea inherentemente mala, con más sufrimiento que bienestar, a pesar del arraigado optimismo humano que lleva a sobrestimar la felicidad. La muerte, lejos de ser una liberación, es otra faceta trágica del dilema, al aniquilar la existencia y el sentido terrestre. Benatar propone un pesimismo pragmático, que reconoce esta realidad desalentadora sin caer en la desesperación, a la vez que permite buscar sentido en el ámbito terrestre. Veamos de qué trata su postura.

El dilema humano: una mirada cruda a las grandes preguntas de la existencia
El dilema humano: una mirada cruda a las grandes preguntas de la existencia | Fotógrafo: Foto de Alex Green en pexels.com

David Benatar (1966), filósofo, profesor de filosofía en la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, es ampliamente reconocido por su defensa del “antinatalismo.  Una postura moral que sostiene que la existencia inflige un daño inherente, independientemente de los sentimientos del ser existente. Como consecuencia, considera que es moralmente incorrecto procrear nuevos seres, más aún cuando en esta época tenemos más razones para oponernos a la procreación. En su último libro, "El dilema humano", (2022), el intelectual sudafricano, ofrece una perspectiva radical sobre las interrogantes más profundas de la existencia. Plantea que la vida carece de sentido cósmico, es decir, desde la perspectiva del universo, nuestras vidas son insignificantes, y somos migajas efímeras en un cosmos indiferente. Además, sostiene que la calidad de la vida humana es inherentemente mala, con más sufrimiento que bienestar, a pesar de que la mayoría de las personas se engañan con un optimismo recalcitrante. La muerte, aunque temida, no es una liberación, sino un componente más del dilema, ya que nos aniquila y pone fin a cualquier sentido terrestre que hayamos podido encontrar. De ahí que el autor proponga un “pesimismo pragmático” como la respuesta más realista a esta condición trágica, reconociendo el sufrimiento sin caer en la desesperación total.

Como hemos dicho, una de las ideas centrales de Benatar es que la vida carece de un propósito cósmico. Desde una perspectiva universal, nuestras vidas son irrelevantes; somos "motas insignificantes en la inmensidad de un universo que es absolutamente indiferente a nosotros". Aunque podamos encontrar sentido en nuestras relaciones personales, comunidades o contribuciones a la humanidad (sentido terrestre), estos son siempre limitados y efímeros. La evolución ciega no nos ha dotado de un propósito trascendente. Esta falta de sentido cósmico se agrava, según Benatar, por la intrínseca mala calidad de la vida humana. Contrario a la creencia popular, el autor arguye que incluso las mejores vidas contienen más aspectos negativos que positivos. Señala que los seres humanos están sujetos a constantes incomodidades físicas (hambre, sed, cansancio, dolor), frustraciones emocionales (atascos, metas incumplidas, relaciones difíciles), y la vulnerabilidad a enfermedades y tragedias. Incluso los placeres más intensos son breves, mientras que el dolor puede ser prolongado y crónico. La tendencia de las personas a sobrestimar su bienestar se debe a sesgos optimistas, adaptación y comparaciones sociales.

La muerte es a menudo vista como una posible liberación de los sufrimientos de la vida, pero Benatar la presenta como una "segunda garra de la mordaza existencial". Si bien es cierto que la muerte nos libera del sufrimiento, el precio es la aniquilación de nuestra existencia. Esta aniquilación es en sí misma un mal, independientemente de los bienes futuros de los que nos prive. La muerte no solo acaba con nuestra vida, sino también con el limitado sentido terrestre que podemos haber alcanzado. Incluso si uno muere por una causa noble, logrando así un sentido terrestre, esa acción es significativa precisamente por el alto costo de la propia aniquilación.

La idea de la inmortalidad podría parecer una solución al dilema humano, pero Benatar cuestiona su deseabilidad. Argumenta que una vida eterna, en ciertas condiciones, podría volverse tediosa. Sin embargo, también sugiere que, en condiciones ideales (por ejemplo, si la inmortalidad se extendiera a los seres queridos y no hubiera aburrimiento), podría ser algo bueno. A pesar de esto, la inmortalidad es una quimera inalcanzable. En cuanto al suicidio, Benatar lo aborda como una respuesta posible al dilema humano, aunque no una solución completa. Argumenta que el suicidio puede ser racional y moralmente admisible cuando la calidad de vida es tan insoportable que la muerte se convierte en la opción "menos mala". Sin embargo, enfatiza que el suicidio no confiere sentido cósmico a la vida ni debe ser la respuesta predeterminada a la sensación de irrelevancia

Frente a ello, este filósofo propone un “pesimismo pragmático”, que implica reconocer y aceptar la dura realidad de la condición humana sin caer en la desesperación paralizante. Se distingue de un nihilismo absoluto al permitir la búsqueda de un sentido terrestre, aunque se admita que la vida carece de un propósito trascendente. Es una postura que, a diferencia del optimismo, no niega la existencia del sufrimiento ni se apoya en falsas ilusiones. Busca, más bien, paliar el dilema humano, gestionando la tristeza y la rabia sin dejar de ser funcional en el mundo, incluso si esto implica distraerse de una realidad que se considera inaceptable pero inevitable. En esencia, es una forma de lidiar con la inherente negatividad de la vida de una manera realista y funcional, sin pretender que las cosas son mejores de lo que realmente son. En suma, hay varios puntos de enlace con el cultivo de la resignación, tan valorado por el estoicismo. Interesante volver a pensar la vida humana en términos existenciales y estoicos, sobre todo en esta época. 

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM). Es Dr. (c) en Humanidades por la Universidad de Piura y maestro en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Autor del libro "La trama invisible de lo útil. Reflexiones sobre conocimiento, poder y educación" y de numerosos artículos académicos vinculados a la historia de las ideas, con énfasis en la historia conceptual, y en las relaciones entre conocimiento y sociedad en el Perú y América Latina.

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