"Ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y Pablo Neruda", declaró el escritor peruano durante su discurso "Elogio de la lectura y la ficción".
El premio Nobel de Literatura 2010, el peruano Mario Vargas Llosa, calificó hoy como la cosa más importante que le ocurrió en la vida la etapa cuando aprendió a leer porque comenzó a enriquecer su mente, abriéndole el paso a la literatura, y expresó su deseo que su madre Dora estuviera presente en este momento trascendental de su vida.
“Casi 70 años después, recuerdo con nitidez como esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y el espacio”, destacó el autor de “Conversaciones en la catedral”.
Fue durante su discurso oficial “Elogio de la lectura y la ficción” que en el marco de los actos de entrega del Nobel, que se realizará el viernes, pronuncio esta mañana en la academia sueca, en la ciudad de Estocolmo.
Vargas Llosa aseguró que, sin las ficciones, el hombre sería menos consciente de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible, y del infierno en que ésta se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión.
Vargas Llosa rindió homenaje a su madre Dora y a sus maestros, entre quienes citó a Flaubert, Faulkner, Cervantes, Dickens, Tolstoi o Thomas Mann.
"Me gustaría que mi madre estuviera aquí. Ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y Pablo Neruda. Y también del abuelo Pedro, que celebraba mis versos. Y el tío Lucho que tanto me animó a volcarme en cuerpo y alma a escribir aunque la literatura en aquel tiempo alimentara tan mal a sus cultores”, rememoró.
Dijo que mientras crecía y envejecía llegaron siempre a su mente las historias que llenaron su infancia de exaltación y aventuras.
Aseveró que gracias a su familia, y también a su terquedad, ha podido dedicar buena parte de su tiempo a esa pasión, vicio y maravilla que es escribir.
“Crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caso, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero”, describió.
Dijo que si convocara durante su discurso a todos los escritores a quienes le debe algo o mucho “sus sombras nos sumirían en la oscuridad”.
“Me hicieron explorar los abismos de lo humano, admirar sus hazañas y horrorizarme con sus desvaríos. Fueron los amigos más serviciales, los animadores de mi vocación en cuyos libros descubrí que aún en las peores circunstancias hay esperanza”, insistió.
ANDINA
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