Levi Strauss volcó en la obra no solamente su saber, sino también su alma: tal es la diferencia entre un relato erudito, aunque sea de alto nivel, y una obra de arte.
En 1954, la editorial francesa Plon encargó a un joven especialista de las poblaciones esquimales y laponas, Jean Malaurie, que creara una colección etnográfica titulada "Tierra Humana".
Malaurie pidió a Claude Lévi-Strauss un relato de viajes. En cuatro meses, éste terminó su manuscrito, basado en su viaje al Brasil en los años 30. En esos mismos años, el antropólogo había abandonado un proyecto de novela, del que recuperó entonces el título: "Tristes trópicos".
"Poseía una bolsa llena que tenía ganas de volcar", dijo.
Y lo que vuelca en la obra, no es solamente su saber, sino también su alma: tal es la diferencia entre un relato erudito, aunque sea de alto nivel, y una obra de arte.
El austero y discreto antropólogo está evidentemente dividido entre su deseo de libertad y el trabajo científico. Pero decide finalmente "autorizarse" la libertad para lograr una obra audaz, casi "antinatural", puesto que él no vacila en emplear el "yo" cuando defiende la idea de que "el yo es odioso".
Tras un aparentemente paradójico "odio los viajes y los exploradores", 500 páginas extraordinarias por el relato de las aventuras y la exposición de las reflexiones.
Moralista, Lévi-Strauss analiza en esta "autobiografía intelectual" las relaciones entre el viejo y el nuevo mundo, el lugar del hombre en la naturaleza, el sentido de la civilización y del progreso.
El éxito fue inmediato, la crítica entusiasta. En vísperas de la atribución de su prestigioso premio, la academia Goncourt lamentaba no poder laurear el libro, puesto que no es una novela.
Sólo los científicos se mostraban reservados, impacientes por ver a su colega volver al terreno científico. "Los etnólogos me acusan de haber hecho un trabajo de aficionado, y el público un libro de erudición. Todo esto me es indiferente", afirmó el autor.
"Tristes trópicos" no cesó de ser traducido y reeditado. Claude Lévi-Strauss lo consideraba un libro escrito "demasiado rápido y sin reflexión".
"Insólitas, desconcertantes, deshilvanadas, saltando las épocas, los años, las estaciones, palpitantes, las fulguraciones de "Tristes trópicos" son de ésas que trazan caminos en la noche. Y esto dura todavía", escribió con justeza la ensayista Catherine Clément, amiga y especialista de la obra de Lévi-Strauss.
-AFP
Malaurie pidió a Claude Lévi-Strauss un relato de viajes. En cuatro meses, éste terminó su manuscrito, basado en su viaje al Brasil en los años 30. En esos mismos años, el antropólogo había abandonado un proyecto de novela, del que recuperó entonces el título: "Tristes trópicos".
"Poseía una bolsa llena que tenía ganas de volcar", dijo.
Y lo que vuelca en la obra, no es solamente su saber, sino también su alma: tal es la diferencia entre un relato erudito, aunque sea de alto nivel, y una obra de arte.
El austero y discreto antropólogo está evidentemente dividido entre su deseo de libertad y el trabajo científico. Pero decide finalmente "autorizarse" la libertad para lograr una obra audaz, casi "antinatural", puesto que él no vacila en emplear el "yo" cuando defiende la idea de que "el yo es odioso".
Tras un aparentemente paradójico "odio los viajes y los exploradores", 500 páginas extraordinarias por el relato de las aventuras y la exposición de las reflexiones.
Moralista, Lévi-Strauss analiza en esta "autobiografía intelectual" las relaciones entre el viejo y el nuevo mundo, el lugar del hombre en la naturaleza, el sentido de la civilización y del progreso.
El éxito fue inmediato, la crítica entusiasta. En vísperas de la atribución de su prestigioso premio, la academia Goncourt lamentaba no poder laurear el libro, puesto que no es una novela.
Sólo los científicos se mostraban reservados, impacientes por ver a su colega volver al terreno científico. "Los etnólogos me acusan de haber hecho un trabajo de aficionado, y el público un libro de erudición. Todo esto me es indiferente", afirmó el autor.
"Tristes trópicos" no cesó de ser traducido y reeditado. Claude Lévi-Strauss lo consideraba un libro escrito "demasiado rápido y sin reflexión".
"Insólitas, desconcertantes, deshilvanadas, saltando las épocas, los años, las estaciones, palpitantes, las fulguraciones de "Tristes trópicos" son de ésas que trazan caminos en la noche. Y esto dura todavía", escribió con justeza la ensayista Catherine Clément, amiga y especialista de la obra de Lévi-Strauss.
-AFP
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