RPP Noticias hizo una visita a esta joya de la arquitectura limeña que fue sede de importantes embajadas.
En pleno corazón de Barrios Altos una joya de la arquitectura limeña se resiste a desaparecer. Es la Quinta Heeren, un conjunto de emblemáticas casonas de estilo europeo que entre 1890 y 1930 fue sede de las embajadas de Japón, Estados Unidos, Francia, Bélgica y Alemania.
Fue construida en 1880 por el ingeniero alemán Óscar Augusto Heeren en un área de 36 mil metros cuadrados, dimensión comparada a la de un estadio. Frente a su plazuela enrejada, estuvo el primer zoológico y la primera cancha de tenis de Lima.
En su momento, este espacio apacible de calles empedradas, jardines decorados con jarrones y esculturas, además de grandes árboles, fue el lugar preferido de muchos artistas, principalmente pintores, que recurrían con frecuencia para inspirarse en sus paisajes.
La calma de esta antigua construcción fue interrumpida en febrero de 1928 cuando el ciudadano japonés Seiguma Kitsutani, agobiado por problemas económicos, decidió quitarse la vida en el área conocida como "el palacete".
El historiador y administrador de "Lima la Única", David Pino cuenta a RPP Noticias que Kitsutani decidió optar por el suicidio a través del seppuku, un ritual japonés que se efectuaba si el honor de la persona corría peligro, a fin de evitar caer en manos del enemigo o si habían cometido alguna falta.
"Esto fue poco comprendido por los limeños de aquella época que prácticamente alimentaron el morbo con las noticias y las crónicas rojas que existían por aquellos años. Muchos coinciden que esto (el suicidio) alteró la tranquilidad de los propietarios de la quinta en aquella época, pues siempre encontraban a periodistas por todos lados tratando de ver qué más había detrás de esta historia".
Se estima que en la quinta vivieron cerca de 300 familias. Actualmente se encuentra deshabitada y clama por restauración. Este patrimonio nacional es propiedad de la familia Pardo Escandón, descendientes del ex presidente peruano José Pardo y Barreda.
"La familia Pardo Escandón está convencida de que este espacio puede ser recuperado. En base a eso se están realizando labores de voluntariado para mejorar en una primera etapa el aspecto; y visibilizar esta quinta a la sociedad", comentó Pino.
Las visitas regulares a la Quinta Heeren se coordinan a través de la página de Facebook "Quinta Heeren". Algunos domingos la caminata incluye un buffet y show criollo. El costo es de 60 soles y dura aproximadamente 5 horas. Estas actividades permiten a los dueños continuar con las labores de restauración de este histórico lugar.
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