RPP Noticias visitó la Isla de los Monos, un centro de rescate animal en el que primates y humanos conviven en un ambiente natural que los mantiene alejados de los cazadores.
El tráfico de animales silvestres es una de las actividades ilícitas más lucrativas de esta parte de América. Según cifras de las Naciones Unidas, al año se pueden mover entre 8 mil y 10 mil millones de dólares en este negocio que lucra con la vida de seres inofensivos.
La ciudad de Iquitos es el paraíso favorito para los cazadores, pues su amplia variedad de flora y fauna, la convierte en un oasis de especies que luego son comercializadas a Europa y otras partes del mundo como mascotas, adornos o simplemente por su carne.
Pero una forma de contrarrestar esta actividad nació de don Gilberto Guerra Reátegui, un lugareño que hace 20 años decidió utilizar su propiedad privada para construir un paraíso que albergara a todas las especies de monos que eran perseguidas.
La ruta. Para llegar hasta la Isla de los Monos, es necesario trasladarse del centro de la ciudad hasta el Puerto de Bellavista-Nanay, ubicado 15 minutos al Noroeste desde el Aeropuerto de Iquitos. En esa bahía se encontrarán botes deslizadores con capacidades para 13, 20 y 30 pasajeros.
El trayecto demora alrededor de 30 minutos, y es necesario cruzar el Rio Nanay y desembocar en el afluente del Rio Amazonas. Durante el camino, se pueden avistar algunos delfines grises y rosados, que son parte del atractivo de la excursión, aunque para verlos es necesaria mucha paciencia y los silbidos onomatopéyicos de un buen guía que puedan captar la atención de estos inteligentes seres acuáticos.
Al desembarcar en la isla, un cartel gigantesco da la bienvenida. Tras recorrer un camino entablado en madera, podrá verse tres casas rústicas, y en una de ellas nos recibió Aníbal Flores, cuidador de la isla desde hace 10 años quien nos traslada para conocer algunas especies de primates.
Si hay algo de atrayente que tiene esta isla, es que en sus 450 hectáreas, se respira vegetación y libertad. A diferencia de los zoológicos, en los que uno está acostumbrado a ver fauna detrás de un vidrio, aquí la naturaleza lo encuentra a uno, lo acaricia y lo olfatea. Los monos están a sus anchas saltando entre árboles y en el momento menos pensado se acercan a los visitantes para darles la bienvenida.
Pero sus rostros inocentes y juguetones esconden un terrible pasado. Los monos rescatados fueron ─en su mayoría─ víctimas de maltratos y abusos. “Mayormente estos monos han sido mascotas, llegan desnutridos, con infecciones y algunos con heridas de bala”, agrega Aníbal. Luego de su recuperación, los monos son reinsertados a la Selva para que puedan vivir libremente, aunque muchos prefieren quedarse en la Isla, pues la tala ilegal también ha representado un problema para la preservación de su hábitat natural.
Este albergue privado vive de la autogestión, de los cobros de ingreso, pero también de la ayuda de turistas extranjeros que llegan como voluntarios para ayudar en el cuidado y alimentación de los pequeños simios.
En la Selva Peruana existen cerca de 51 especies de monos, aquí en la Isla solo se conservan 7, entre ellos el Mono Aullador, Mono Tocón, Mono Leoncito, Mono Araña y el simpático Mono Choro. Durante el recorrido, puedes acariciar a los primates si te lo permiten así como cargarlos con comodidad. Recuerda que tu seguridad y la del animal son lo más importante, así que siempre consulta con los guías del lugar.
Gracias a los esfuerzos de este paraíso primate fundado en agosto de 1997, los animales viven protegidos de la caza furtiva. El amor por los monos es lo único que mueve el albergue construido por Gilberto Guerra y su familia, el mismo que representa una parada fija para los visitantes a la ciudad de Iquitos.
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