La licenciada en Comunicaciones y en Teología, sor Silvia Espinoza precisó que Santa Rosa de Lima presentó el libro Lo que no sabías de Santa Rosa de Lima donde se explican episodios de la vida de la Patrona de toda América y Filipinas.
Lima
"Su caridad fue ilimitada, grande", dice Sor Silvia Espinoza
María de Oliva, la madre de Santa Rosa de Lima, se hizo monja luego de la muerte de la joven, cumpliendo así una profecía de la Patrona de América. Así lo reveló la licenciada en Comunicaciones y en Teología, sor Silvia Espinoza Cuadros, de la Orden de Predicadores.
En Ampliación de Noticias, la religiosa brindó detalles de su libro Lo que no sabías de Santa Rosa de Lima, obra que realizó tras consultar archivos y documentos del Monasterio de Santa Rosa de Lima.
'Mamá, usted será monja"
"Impresiona, pero es una realidad escrita en las crónicas. Cuenta la historia que la madre de Santa Rosa, no sé si lo sepan todos, pero se hizo monja. Teniendo doce hijos, el padre murió, quedó viuda, dejó los doce hijos, pero ya los hijos tenían compromisos matrimoniales, y Rosa le había profetizado antes de morir: 'mamá, usted será monja en el monasterio Santa Catalina'. Su madre se escandalizó, le dijo: '¿pero ¿cómo se te ocurre decirme eso si tengo doce hijos, un esposo y toda una vida de madre? Pues téngalo presente que ha de ser usted monja'. Y así sucedió", dijo.
Sor Silva Espinoza afirmó que la "presencia fuerte" de Santa Rosa de Lima, que radicaba en su nivel espiritual y el trabajo del cuidado a los enfermos se impuso a las sospechas de las autoridades de la Iglesia Católica sobre sus actividades.
No tenía distinción de raza
Recordó que la cuestión espiritual, que la santa cultivaba con la oración y meditación para demostrar su amor a Jesucristo, se reforzaba con penitencias, una corona de espinas de 99 púas, cadenas que llevaba en la cintura, y otras flagelaciones que ella hacía cada día.
"Más o menos cuando Rosa tiene unos 18 años pide el permiso de sus padres para hacerse terciaria dominica, lo que llamamos hoy una religiosa en vida activa. Es decir, vivía en su casa, pero realizaba acciones de religión. Entonces, con todas sus hermanas terciarias, se entregan a la labor de la caridad en Lima. Y su caridad consiste en recorrer las calles de Lima a paso acelerado llevando en sus brazos a los enfermos. Llegaba con los enfermos a su casa porque había pedido a su madre un espacio para poder hacerlo enfermería. Llegaba con todos los hábitos manchados de sangre o de pus de los enfermos. Ella los lavaba, los alimentaba y los cambiaba. Esta tarea duró hasta el fin de su existencia cuando ella seguro muere ya contagiada de una enfermedad a los pulmones", relató.
"Su caridad fue ilimitada, grande, no tenía distinción de raza, podían ser los esclavos africanos traídos desde lejos del África, podían ser los indios, mestizos, no hacía distinción. Y acá lo importante es que ella supo darles el nivel de personas porque la jerarquía española, el virrey y su séquito no reconocía a los indígenas como personas", añadió.
Santa Rosa no murió en su casa
Sor Silva Espinoza precisó que Santa Rosa de Lima pasó sus últimos días de vida en la casa de Gonzalo de la Maza y de su esposa, María de Uzategui, debido a la "amistad profunda" que existía entre este matrimonio español acaudalado y con María de Oliva; y además de fama de la joven había corrido por todo Lima.
"Ellos en la amistad se dan cuenta de que pasan mucha necesidad. Y ya cuando ella se enferma ya no puede ya hacer los trabajos de bordados que hacía casi, dicen, de las 24 horas creo que trabajaba 20 horas bordando. Entonces, esta familia de esposos, que tenían dos hijas, acoger a Rosa en su casa para cuidarla, alimentarla y también para que sirva de guía espiritual a las dos niñas que tenían. E s por eso que la muerte le coge en esa casa y hasta allí llega todo el pueblo de Lima cuando corre como reguero de pólvora que ha muerto. Todos se dirigen a esa casa para poderla trasladar de allí al Convento del Rosario de los Padres de Santo Domingo", señaló.
Además, sor Silva Espinoza explicó que Santa Rosa de Lima murió un 23 de agosto de 1617, el mismo día de la festividad de San Bartolomé. Por esta razón, la Iglesia Católica consideró que la celebración de la festividad de la Santa se realizaría siete días después.
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