El Nobel de Economía de este año nos permite comprender por qué algunos países latinoamericanos aumentan su prosperidad mientras que otros, como el nuestro, corren el riesgo de retroceder.
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La temporada de los Premios Nobel culmina cada año con la atribución del Premio de Economía, aunque no se trata de una disciplina que fuera incluida en el testamento de Alfred Nobel, redactado en 1895.
El premio de Economía fue creado recién en 1968 para conmemorar el 300 aniversario del Banco Central de Suecia, el más antiguo banco central del mundo. Se entrega desde 1969, aunque carece de la legitimidad de los premios clásicos de la Paz y de Literatura, que corresponden directamente a la vocación pacifista de Alfred Nobel, quien había ganado una fortuna comercializando dinamita.
Economistas como Friedrich Hayek cuestionaron la existencia del premio, lo que no le impidió recibirlo en 1974. Otros, como el nieto de Nobel, cuestionaron el premio precisamente por haber sido atribuido a un “fundamentalista del mercado” como Hayek, figura de la Escuela Austriaca de Economía.
Lejos de esas polémicas, este año, los premiados han sido tres economistas que enseñan en prestigiosas universidades de Estados Unidos. Uno de ellos es de origen turco, Daron Acemoglu, mientras que los otros dos, James Robinson y Simon Johnson, son de origen británico. Sus investigaciones se orientaron inicialmente a explicar las diferencias en el desarrollo económico entre países.
Acemoglu y Robinson publicaron hace veinte años un estudio sobre las dos partes separadas de una ciudad ubicada en la frontera entre Estados Unidos y México, con la misma población, los mismos recursos naturales y el mismo clima. Lo que permite la prosperidad de una parte y no de la otra, tiene que ver con la calidad de las instituciones públicas, concluyeron.
Su libro más difundido es Por qué fracasan los países: orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Hay comunidades que logran generar instituciones transparentes y eficientes, lo que permite mejorar la calidad de los servicios públicos, del aprendizaje y la competitividad. De manera que el Nobel de Economía de este año nos permite comprender por qué algunos países latinoamericanos aumentan su prosperidad mientras que otros, como el nuestro, corren el riesgo de retroceder.
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