Predominan los de chocolate solo o con licores, mazapán y diversos sabores; chocolate blanco o merengue que hacen las delicias de niños y adultos.
El tradicional huevo de Pascua ha llegado a Viena, tras un duro invierno, y domina estos días las calles del casco antiguo de la capital, tanto en pintorescos mercadillos como en las más refinadas confiterías y los escaparates de diversas tiendas.
No parece haber límite para la variedad de diseños, tamaños y precios, tanto para los huevos comestibles como para otros de uso decorativo.
Los motivos pintados en ellos pueden ser religiosos o paganos, abstractos o figurativos, originales o inspirados en obras famosas, como las del pintor austríaco Gustav Klimt.
Además de los huevos duros pintados, son tradicionales los de chocolate, solo o con licores, mazapán y diversos sabores, así como de chocolate blanco o merengue, que hacen las delicias de niños y adultos.
En Viena, siguiendo el ejemplo de los exitosos mercadillos navideños, en la última década se han establecido también mercadillos de Pascua.
Con 52 expositores, el Altwiener Ostermarkt (antiguo mercadillo vienés de Pascua) en la pintoresca plaza de Freyung se precia de poseer "la mayor montaña de huevos de Europa".
Y es que una enorme cantidad de huevos duros pintados con vivos colores y adornados con lazos se amontonan sobre esta plaza, situada delante de la Iglesia de los Escoceses.
Numerosos objetos de artesanía inspirados en la Pascua se ofrecen aquí, además de golosinas para los niños y la posibilidad de que ellos mismos puedan pintar unos huevos.
También las más refinadas confiterías y supermercados vieneses compiten entre sí con unos escaparates acaparados por gigantescos modelos del huevo y del conejo de pascuas, que, según la leyenda, lo trae y los esconde para ser descubierto el domingo de estas fiestas.
Es el caso de la antigua confitería de la Corte imperial de los Habsburgo, Demel, que este año ha optado por presentar una gran gallina de merengue, rodeada de pequeños pollitos blancos.
En el interior se acumula todo tipo de chocolates y otras delicias creadas con recetas secretas y codiciadas.
Pero el huevo, cuyo significado ritual como símbolo de la renovación de la vida y de la fertilidad se remonta a los tiempos paganos más remotos, ha invadido también las tiendas de libros y decora estos días los escaparates de renombradas perfumerías, joyerías, relojerías y hasta farmacias.
"Las fiestas de Pascua son, sin duda, una de las épocas más bonita del año", se afirma en una página web para niños dedicada exclusivamente a estas festividades.
Agrega que "se despiertan los sentimientos primaverales y también el conejo de pascuas sale a regalar a los niños una cantidad de huevos de colores y obsequios".
La tradición en Austria es similar a otros países de la región: el de Pascua es un huevo duro teñido y pintado, en general con colores naturales, que se esconde el domingo de Pascua para que los niños salgan a buscarlo.
En muchas culturas el huevo es considerado símbolo de fecundidad y se relaciona con la primavera, entre otros argumentos, porque son numerosas las aves que regresan a las tierras nórdicas tras la migración invernal.
Otra teoría está relacionada con el fin del ayuno cristiano, puesto que en algunas zonas el huevo se consideraba "carne líquida" y, por lo tanto, era un alimento prohibido durante ese período, pero a fin de no perder esa fuente alimenticia los campesinos los hervían para poder guardarlos y comerlos duros después.
Pero, si hay diversas explicaciones para el huevo, el misterio rodea a la figura del conejo, cuya función estos días, semejante quizás a la del Papa Noel que trae los regalos en Navidades, presenta más incógnitas que respuestas.
-EFE
No parece haber límite para la variedad de diseños, tamaños y precios, tanto para los huevos comestibles como para otros de uso decorativo.
Los motivos pintados en ellos pueden ser religiosos o paganos, abstractos o figurativos, originales o inspirados en obras famosas, como las del pintor austríaco Gustav Klimt.
Además de los huevos duros pintados, son tradicionales los de chocolate, solo o con licores, mazapán y diversos sabores, así como de chocolate blanco o merengue, que hacen las delicias de niños y adultos.
En Viena, siguiendo el ejemplo de los exitosos mercadillos navideños, en la última década se han establecido también mercadillos de Pascua.
Con 52 expositores, el Altwiener Ostermarkt (antiguo mercadillo vienés de Pascua) en la pintoresca plaza de Freyung se precia de poseer "la mayor montaña de huevos de Europa".
Y es que una enorme cantidad de huevos duros pintados con vivos colores y adornados con lazos se amontonan sobre esta plaza, situada delante de la Iglesia de los Escoceses.
Numerosos objetos de artesanía inspirados en la Pascua se ofrecen aquí, además de golosinas para los niños y la posibilidad de que ellos mismos puedan pintar unos huevos.
También las más refinadas confiterías y supermercados vieneses compiten entre sí con unos escaparates acaparados por gigantescos modelos del huevo y del conejo de pascuas, que, según la leyenda, lo trae y los esconde para ser descubierto el domingo de estas fiestas.
Es el caso de la antigua confitería de la Corte imperial de los Habsburgo, Demel, que este año ha optado por presentar una gran gallina de merengue, rodeada de pequeños pollitos blancos.
En el interior se acumula todo tipo de chocolates y otras delicias creadas con recetas secretas y codiciadas.
Pero el huevo, cuyo significado ritual como símbolo de la renovación de la vida y de la fertilidad se remonta a los tiempos paganos más remotos, ha invadido también las tiendas de libros y decora estos días los escaparates de renombradas perfumerías, joyerías, relojerías y hasta farmacias.
"Las fiestas de Pascua son, sin duda, una de las épocas más bonita del año", se afirma en una página web para niños dedicada exclusivamente a estas festividades.
Agrega que "se despiertan los sentimientos primaverales y también el conejo de pascuas sale a regalar a los niños una cantidad de huevos de colores y obsequios".
La tradición en Austria es similar a otros países de la región: el de Pascua es un huevo duro teñido y pintado, en general con colores naturales, que se esconde el domingo de Pascua para que los niños salgan a buscarlo.
En muchas culturas el huevo es considerado símbolo de fecundidad y se relaciona con la primavera, entre otros argumentos, porque son numerosas las aves que regresan a las tierras nórdicas tras la migración invernal.
Otra teoría está relacionada con el fin del ayuno cristiano, puesto que en algunas zonas el huevo se consideraba "carne líquida" y, por lo tanto, era un alimento prohibido durante ese período, pero a fin de no perder esa fuente alimenticia los campesinos los hervían para poder guardarlos y comerlos duros después.
Pero, si hay diversas explicaciones para el huevo, el misterio rodea a la figura del conejo, cuya función estos días, semejante quizás a la del Papa Noel que trae los regalos en Navidades, presenta más incógnitas que respuestas.
-EFE
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