América Latina y el Caribe avanzaron en desarrollo humano, pero gran parte de su población sigue siendo vulnerable. Un nuevo informe del PNUD llama a construir resiliencia colectiva para enfrentar crisis climáticas, tecnológicas y sociales, y proteger los logros alcanzados.
En las últimas décadas, América Latina y el Caribe han logrado avances en cuanto al desarrollo humano. Sin embargo, estos logros siguen siendo frágiles. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 31 % de la población regional vive en una “zona gris” de vulnerabilidad socioeconómica: no está en situación de pobreza, pero tampoco cuenta con una red de protección suficiente. Una crisis —sea sanitaria, climática o tecnológica— puede revertir rápidamente ese progreso.
Así lo advierte el Informe Regional sobre Desarrollo Humano 2025, titulado “Bajo presión: Recalibrando el futuro del desarrollo en América Latina y el Caribe”, que será publicado próximamente por el PNUD.
El documento destaca que la región enfrenta una presión sin precedentes por la convergencia de tres dinámicas profundas: el avance desigual del cambio tecnológico, una creciente fragmentación social y el aumento de eventos climáticos extremos.
El cambio tecnológico está transformando mercados laborales y sistemas de gobernanza, pero su distribución desigual está ampliando las brechas existentes, señala el informe.
Además, el aumento de la desconfianza social e institucional complica los acuerdos necesarios para enfrentar desafíos colectivos. A esto se suma el impacto de fenómenos meteorológicos extremos —como incendios, sequías y tormentas— que han más que duplicado su frecuencia en las últimas décadas.
“América Latina y el Caribe han demostrado una y otra vez su capacidad de resistir frente a la adversidad. La presión que enfrentamos —ya sea climática, económica o social— puede convertirse en el punto de partida para un nuevo modelo de desarrollo centrado en la resiliencia humana,” aseguró Michelle Muschett, directora regional del PNUD para América Latina y el Caribe.
“Invertir hoy en resiliencia es proteger los logros del desarrollo y garantizar dignidad y seguridad para todas las personas, especialmente entre las más vulnerables. No basta con resistir. Hay que transformar para prosperar,” agregó.
La propuesta del PNUD es avanzar hacia un nuevo enfoque: el Desarrollo Humano Resiliente. Este modelo tiene como objetivo equipar a las personas con herramientas y sistemas que les permitan absorber impactos, proteger los avances alcanzados y recuperarse rápidamente frente a crisis. El marco se basa en tres pilares:
Instrumentos para navegar la incertidumbre, como protección social adaptativa y gestión de riesgos.
Instituciones que abracen la complejidad, promoviendo coordinación, adaptabilidad y respuesta eficaz.
Infraestructura que cierre brechas, garantizando acceso a servicios digitales y sistemas resistentes al cambio climático.
El informe no solo ofrece una reflexión conceptual, sino también herramientas concretas para la acción. Entre ellas se destacan dos iniciativas clave:
Facility de Financiamiento para el Desarrollo Humano Resiliente en ALC: una plataforma regional para movilizar inversiones estratégicas y fortalecer la capacidad de adaptación de los sistemas sociales, económicos y de gobernanza.
Atlas de Inteligencia Artificial para el Desarrollo Humano: una guía práctica para diseñar políticas públicas inclusivas y éticas en torno al uso de la IA, considerando su impacto en el desarrollo sostenible.
La resiliencia no es solo individual, sino eminentemente colectiva, enfatiza el informe. Y esa mirada compartida es esencial para que América Latina y el Caribe puedan no solo resistir futuras crisis, sino prosperar frente a ellas.
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