Actriz francesa encendió un cigarrillo durante una conferencia de prensa en España donde está prohibido fumar en lugares públicos.
Tras la modelo Kate Moss en las pasarelas de París, hoy fue Catherine Deneuve quien desafió la prohibición de fumar, aunque en su caso no fue parte de una puesta en escena sino un deseo personal durante una rueda de prensa en Madrid.
Deneuve encendió un pitillo y, cuando le dijeron que en España está prohibido fumar en todo lugar público y está sancionado con multas económicas, respondió que, de haberla, ella pagaría la sanción.
"Me parece todo excesivo y creo que atenta contra la libertad individual", argumentó la que fuera imagen de la República francesa ("Mariene") entre 1985 y 1989, por aclamación popular.
La actriz, de visita en Madrid para promocionar la comedia "Potiche", reconoció sin ambages su adicción al tabaco en un posterior encuentro con un grupo reducido de periodistas en la terraza del hotel que acogió la rueda de prensa.
Entre cigarro y cigarro, afirmó: "fumo dos paquetes, pero no me trago el humo".
Toda una reivindicación de la actriz francesa, que pese a su pose fría y un tanto distante, muestra siempre un toque de humor inteligente en sus rápidas respuestas y mira directamente a los ojos cuando lo hace.
Un humor que saca a relucir en su papel de "señora de Pujol" en "Potiche", un filme de François Ozon en el que se ríe de sí misma y en el que juega a ser la "mujer florero" (traducción literal de "Potiche") que da título a esta comedia, un género que no ha frecuentado más porque no se lo han propuesto, señala Deneuve, que asegura que no es una actriz solemne.
"No soy solemne, ni cómica, sólo actriz", afirmó a los periodistas, tras mostrarse sorprendida de que "todo el mundo" le pregunte si le ha costado abandonar su imagen de mujer sofisticada para encarnar a la señora Pujol: "es como si pensaran que me paso la vida sentada en un sillón Luis XV y tomando tazas de té", ironiza.
Deneuve se confiesa poco preocupada por el hecho de envejecer -"que no es un concepto, querido", le espeta al periodista que se lo sugiere- aunque se ve que mide cada detalle de su figura.
Y va elegantemente vestida en tonos marrones, con vestido corto tipo "chanel" y medias de rejilla, a juego con tacones y bolso de ante beige.
Muy lejos del chándal rojo con el que aparece vestida en la primera escena de "Potiche", trotando por el campo mientras compone poemas a los animalitos que salen a su paso.
Imagen que corresponde a "una mujer amable, naïf, que sólo quiere que todos se sientan bien", en una historia que, sin embargo, no es una parodia, como puntualiza la actriz.
La película transcurre a finales de los setenta, en una ciudad del norte de Francia donde Suzanne vive sin preocupaciones su papel de esposa, madre y ama de casa con servicio, una "mujer florero" que hace tiempo que no se cuestiona si ama a su marido, un empresario déspota y mujeriego.
Después de una huelga y del secuestro de su marido, ella asume la dirección del negocio, una fábrica de paraguas. Además recupera el contacto con un antiguo amante, Babin (Gerard Depardieu), alcalde de la ciudad y diputado comunista: "fue como si no nos hubiéramos separado en todos estos años", ha dicho la actriz.
"Gepardieu es distraído, bromista, no para de hablar, pero cuando hay que rodar se transforma y "es" el personaje -dice con admiración Deneuve-. Son muchas películas juntos, la relación es más que de amigos", añade, mientras François Ozon apunta que recuperar a ambos ha sido "pura complicidad con el pueblo francés: queríamos verles envejecer juntos".
Esta parisina de 67 años, que tuvo un hijo con Roger Vadim y una hija con Marcello Mastroiani, no cree en el culto a la juventud que "esclaviza" a sus compañeros de profesión: "los directores están hartos de actores que no consiguen mover una ceja", dice sobre el exceso de silicona que puebla el cine.
Ha trabajado con directores como Luis Buñuel, que hizo de ella la "Belle de jour", François Truffaut, Manoel de Oliveira o Roman Polanski, pero si se le sugiere el nombre de Pedro Almodóvar, contesta un: "¿por qué no?", que acompaña con una calada de puro divismo.
EFE
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